Como hubieran previsto, Estefanía, desde la hora del desayuno, estaba ya hablando de lo que tenían que hacer para la boda de su hija.—Es que por esa, y no otra razón, vine a pasar estos días contigo —dijo la mamá de Emily mientras calentaba unas arepas en la estufa—, pese a que fuiste muy desconsiderada y no me dijiste nada, chiquita. Tuve que enterarme por tus redes sociales.—Pero mamá, si lo llevo diciendo desde hace más de un mes —protestó Emily, sentada en el comedor con un gran vaso de naranjada enfrente, que tomaba a sorbitos. —No seas mentirosa, que yo soy tu seguidora número uno, chiquita, y sé que, hasta ahora, conseguiste que ese galán se comprometiera de verdad contigo.
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Una encuesta para la despedida de soltera
El estado de humor de Emily no estaba para hacer videos, tampoco para jugar videojuegos, ni siquiera de forma individual, y Marge tuvo que suplir su falta de ánimo haciendo publicaciones de fotos pasadas y lanzando una encuesta sobre el mejor sitio para realizar la despedida de soltera, anticipándose así a las locuras que Estefanía pudiera tener en mente, además de no perder el contacto con los seguidores. En tanto, Emily estaba encerrada en el cuarto de Marge, después de la invasión que su mamá hiciera del suyo, mirando la pantalla del celular con el número de su papá, sin atreverse a marcarle, pero deseando hacerlo. Solo bastaba con que su dedo se impulsara y presionara la tecla verde, nada más, un paso tan simple, pero complicado al mismo tiempo. Cuando su mamá ll
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