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Todos los capítulos de ¡Jefe, nos enamoramos! : Capítulo 191 - Capítulo 200
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191. Conmocionada
¿Puede ésta misma sensación hacerla olvidar absolutamente todo, sin distinciones? Eso es lo que hace. El sentido de la vida regresa una vez que cada gesto de su labio convoca a ponerla lista hacia cada sentidos que puede sentir de ahora en adelante. Como una luz también, así es que puede sentirse a sus momentos. Y no puede existir más nada en este momentos que está veleidad. Queda atontada. Sus labios se mueven con lentitud, agraciada, suave. Sostiene sus brazos al instante porque de esa manera se mantiene cuerda a este sueño. Y no parece que pueda acabarse nunca. Más tarde y después de algunos segundos se refleja la soledad en sus labios. La acaricia deja de acoplarse porque puede conseguir aún más el sentido de la vida sin que tenga en realidad algo por lo que quejarse. Sus labios están entreabiertos, sus ojos están cerrados. El sueño puede estar aquí y ahora siente un deje suave en sus comisuras. Finalmente se encuentra con su mirada, y embobada ahora por sus besos, lo
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192. Madre e hija unidas
Y no puede sonar esto algo más a una broma. Un propio chiste. De muy mal gusto. De muy…Maya cierra los ojos, sollozando. —¿Te engañó? —pregunta—. ¿Papá te engañó…? Elizabeth niega al instante.—No me engañó. Un divorcio no sólo es infidelidad, Maya. Su hija estalla por la tristeza. —¿Entonces por qué…?—Yo ya no amo a tu padre.Maya se detiene con rapidez. De súbito siente el rostro caliente e iracundo por esta afirmación. Hay algo que duele en sus palabras. Mientras sus ojos se llenas de lágrimas, observa a su madre con seriedad. —¿Tienes a otra persona?Maya retrocede. Podría esperar cualquier cosa de su madre, y malo o bueno ella estaría siempre con ella. Pero no soportaría que una afirmación de su parte le pusiera el mundo de cabeza. Elizabeth asiente. A Maya se le va el aire. Con ojos que no pueden creerlo, se siente como una tonta.—¿Engañaste a mi papá…?—No, nunca lo engañé —termina diciendo Elizabeth, con una mirada apesadumbrada—. Hace meses que estaba p
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193. ¡No saber qué hacer!
Lo mismo quiere pensar de su padre. Y si en este momento tal vez no quiera ni verla a ella, porque lo conoce muy bien, tampoco quiere dejarlo solo. No sabe quién ha dado el primer paso para esto. No sabe si su papá tuvo motivos para que su madre finalmente decidiera querer a otra persona. Pero eso ya no importa, eso no puede seguir afectando de cierta manera está relación. El destino habla por si solo. Y sus padres…seguirán siendo sus padres. Como hija, en estos momentos, mientras pasa la mañana junto a su madre con el único objetivo de hacerla sentir bien y aliviada, se siente un tanto extraña. No puede imaginar en cuanto su madre le haga saludar a quien ahora dice querer. No tiene otra cosa en qué pensar. Debe mantenerse calmada ante ella. Y no sólo se trata de ella, también es sobre su padre. Y mientras tanto, la sola idea de verlos separados, ya no conviviendo juntos, teniendo que ir a lugares separados para saludar...la pone triste. No puede sentir nada más que eso. Sin embarg
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194. Angustias en su corazón
La angustia recorre cada centímetro de su cuerpo. La inquietud se apodera de sus manos que ciñen con fervor al cuerpo que yace quieto sobre el suyo. Y da un vocifero alentador que no se consigue en ningún otro lugar sino que sale de su garganta con fuerza, prendada por el desasosiego.—¡Sean! —grita—. ¡Por Dios, Sean…! Dios Mío.Lo mantiene sujeto con fuerza hasta que no puede más. Tiene que aguantar su peso hasta el momento que vuelve a dar otro grito de ayuda hacia adentro. Gracias a Dios algunos trabajadores salen hacia a ella y al instante la apoyan en el agarre del cuerpo de Sean para que no se inmute con ningún toque. Vilipendia sus manos con fuerza y acude con rapidez a pedir una ambulancia. No comprende qué ha sucedido. Sus propios ojos se turban con el miedo que la apodera y sus manos tiemblan cuando pide al cielo que llegue la ambulancia. Todo pasa tan rápido que no se percata de la presencia de Chris llegando a su lado. Agachándose junto a ella, pidiéndole que le d
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195. Sobresalto
Maya vuelve a sentir una punzada en el pecho y se pasa la mano por uno de sus ojos. —¿Diana? —Maya cuestiona. Tiene que mencionarla con los ojos cerrados—. ¿Qué le ha pasado?—No lo sé, Maya —responde Chris —. Pero todos creen que al parecer pueda perder a su bebé.Maya tiene que abrir los ojos para fijarse en algún punto que no logra mirar con certeza. ¿Qué está pasando? Ella está aquí con Sean. Maximiliano está allá con Diana. De repente el mundo se gira para atrás y cada cuestión vuelve hacerse la misma pregunta. No puede mantenerse en esta realidad porque es tan fuerte hasta para ella misma. Entretanto busca la manera de calmar los estragos y toma la mano de Chris.—Espero que esté bien —murmura. Al volver a mirarlo, tiene que susurrar de nuevo—. Tienes que estar con Giovanna, Chris…—No, no voy a dejarlo solo. Sean nos necesita ahora —le responde Chris, aseverando con la cabeza—. Traje tu auto por si lo necesitas. Maya inclina el cuerpo un poco hacia adelante y baja la c
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196. Un corazón decepcionando
Capítulo 190 No puede mentirse a sí misma.Lo que ha dicho Jason la descoloca un poco, pero pese a no querer, ni tener, motivos para alborotar sus tranquilidad en aquel momento, simplemente pone su mirada en otro lugar que no fuera el mohín encrespado de Jason. Las manos las siente frías al momento pero tiene que enfrentar bien las cosas. Ha venido a saber de Diana, porque al igual que Jenny, ella está esperando un hijo y esto no tiene nada que ver con su pasado con él. No duda que para Maximiliano, ella es importante Y Maya tuvo que comprenderlo para poder avanzar en sus sentimientos.Se siente un poco cansada además por no haber dormido bien. En poco tiempo podría pensar en otra cosa y no lo haría bien. Sin embargo, la actitud de Jason es un caos total y ella le toma el brazo.—Tranquilo —reconforta en decirle, con un gran acercamiento de su serenidad—. ¿Acaso los viste besándose…? Explícame. Jason respira al igual que un toro erizado y peor aún, se zanja de ella y se aleja
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197. Anhelada respuesta
De una vez Maya quiere también oír una explicación. Pregunta directamente en la recepción del hospital y la enfermera no quiere, ni darle el número de cuarto de Diana June. Su paciencia puede agotarse si sigue tomando rabias internas por aquello. El silencio no existe en el lugar, porque las camillas entran, los doctores van de un lado al otro y como si no existiese la calma por esos lados, estrictamente en un hospital de ese índole, Maya jura por el instante tenerle miedo a ellos. Hace mucho que pasó lo de Giovanna y aun así el recuerdo malogrado entorpece su angustia, aún más. Trata de ponerle serenidad a lo que pasa a su alrededor y dándose otra ronda de paciencia, toma aire y se aleja de la recepción.Aunque cuando ve a la enfermera tomar un camino diferente, marchando a otra parte, se endereza y busca la forma de acercarse al mostrador. Un tanto preparada para formalizar un vistazo a la carpeta de recién registrados, Maya chequea y momentos después se observa entrar con rap
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198. Indiferencias
Maximiliano coloca las manos en jarra y suspira.Sus ojos verdes toman a la mujer y en sus pensamientos también está haciendo suyo sus labios y todo su cuerpo. Su ser entero. Mirarla ahora frente y contenerse es una tortura. Porque con solo el aleteo de sus pestañas le hace ver que la necesidad de encontrar algo mucho más hermoso que todo lo que es Maya enteramente es una simple imposibilidad. Incluso, al escucharle decir aquello empequeñece todos sus sentidos. Lo hacen débil. Porque Maya lo trae y le quita la vida a su vez. ¿Cómo hacerle saber que lo que más ama en este mundo es todo lo que es ella? Y su preciosa Maya lo ha dicho porque tiene dudas. Y eso de manera atolondrada lo pone cabizbajo. —Le tengo un apreciado cariño…Maya trata de disuadir su vista, alejándola de él. Pero vuelve a oírlo.—Le tengo aprecio, sí. Pero nada más como una amiga. —Tú y yo sabemos que no es así —contesta Maya, fingiendo que aquellas palabras no le afecta la poca seguridad que tiene. Es un
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199. Melancolía
Maya observa todo su rostro como si le hubiese salido otra cabeza. Y exclama:—¡Eres un idiota! —se zarandea—. No voy hablar contigo si tienes esa actitud de un imbécil. No quiero que me toques así que no me toques. —Entonces deja de acercarte a mí —reclama Maximiliano, acercándose—. ¿Cómo me pides que no te toque si ahora muero por acariciarte otra vez? Maya detiene abruptamente sus palabras y baja y sube su pecho.—Desde que te vi quiero arrancarte la maldita ropa y besar cada parte de ti. Besarte como un desquiciado —Maximiliano lo dice solo con seriedad, en voz baja. Su voz hace estremecerla de inmediato porque ya está a sólo centímetros de su rostro—. No sé porque te alejas de mí cuando ya te explique absolutamente todo. Y sería otra historia si no fueras…—Maximiliano toma su mejilla y al estar cerca de sus labios, exclama— ¡…mencionado a ese lerdo que tienes por ex!Y la suelta, encaminándose furioso por todo las escaleras y Maya no hace más que suspirar y rodar los ojos
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200. Dudas
Con la mirada cabizbaja no hace más que sentirse exhausta de todas las maneras posibles. No entiende la gravedad de que la causa la somnolencia hasta que con un aleteo de sus ojos frena de golpe justo en el estacionamiento al aire del libre del hospital.Maya suelta el volante al instante. Su respiración la hace volver a la realidad y después, con el desconsuelo ahogando sus entrañas, se cubre el rostro con sus manos. Puede sentir el fluir innecesario de su entera vida pasar, como si la mente estuviese haciéndole daño, como si borrara esa mañana de la que tanto fue hermosa y celestial para ella, para los dos, ya no lo sabe. Se cubre aún más, con abatimiento porque el sufrir es peor de lo que quiere. No es posible que con solo un pasar de un aleteo esté sucediendo esto. ¿Cómo lograr convencerse que este sufrimiento es porque ama a Maximiliano con todas sus fuerzas? ¿Qué sucede? ¿De un momento a otro se siente insegura? ¡No eres así! Se dice una y otra vez, ocultando sus lágrimas.
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