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Todos los capítulos de ¡Jefe, nos enamoramos! : Capítulo 181 - Capítulo 190
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181. Amistad
Puede comprender las palabras de Alejandra una vez le cuenta absolutamente todo. La noche anterior por palabras de Sean el hombre con el que estaba Alejandra no era precisamente de su agrado. Y tenía sus razones. Por lo que había escuchado de él y las conjeturas ahora de Alejandra, tenía razón Sean en desconfiar de él: posesivo, celoso y ególatra. Tres motivos que aprisionaron a Alejandra por años. Sean fue uno de los que siempre le quería hacer saber que ese hombre no era el bueno ni el correcto para ella. Alejandra no escuchaba, porque estaba cegada en el amor que al principio le mostraba. No terminó por conocerlo sino hasta que tuvo la primera infidelidad. Con besos y algunas flores Alejandra lo perdonó. Y Sean por poco manda al hospital a ese hombre. Sin embargo, no pudo ponerle encima un dedo por Alejandra, que había decidido darle otra oportunidad. A veces en la vida tomamos decisiones que no son las correctas. Y creemos que lo son. La manera de darse cuenta que estaba eq
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182. Con sentido
—¿Papá?—Cariño —Mauricio se apresura a darle un abrazo y besarle la mejilla. Su elegante padre está infundido en un traje, como si estuviese apenas saliendo, o yendo a una reunión. Es raro para Maya hasta ese momento. Pero rodea su cuerpo para abrazarlo de igual forma—. Perdón por no avisarte, pero fue de último momento que vine a visitarte. Espero no te moleste, cariño.Maya le sonríe y niega al instante. Mueve su mano para dejarlo pasar. —Claro que no, papá. Siempre puedes venir a mi casa porque últimamente mamá y tú han olvidado que tienen una hija —Maya empieza a bromear, mientras le quita el abrigo a Mauricio y lo pone en su antebrazo—. Adelante, haré dentro de poco la cena. —He estado ocupado más de lo usual —le dice su padre—. Pero de ahora en adelante me tendrás aún más cerca de ti.—Eso espero. Es mi mayor anhelo —Maya le palmea el hombro y le da otro beso en la mejilla—. Ahora bien…—¿Tienes visitas? —pregunta Mauricio, mirando el pasillo.—De hecho sí, pero sólo
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183. Su anhelo
Al verla irse aquella vez, después de sentirla y hacer que su corazón y su propia vida volvieran a la vida, se detuvo a pensar que ni su entera alma podría cambiar esta sensación. De la que se siente al verla entre sus brazos. Al verla entera. Al ver su sonrisa, sus gestos, al verla ahí solamente. No puede contralarlo. No puede dar ahogo a su amor. Al amor que siente incondicionalmente por ella. Por todo lo que han pasado antes de que esto lo sintiera real. La ama como un loco. Y si no puede continuar así debe hacer las cosas bien para ella, y por ella. Lo único que tiene importancia ahora en su vida es ella. Y su razón es nada más que esa mujer. ¿Cómo no enamorarse? ¿Cómo no caer ante ella y no perder cada uno de sus juicios? Porque lo posee entero y en todas las condiciones. Vive ahora por ella. La anhela hasta el final de sus días. No quiere…pasar otro día sin estar a su lado. Su aroma impregnado en su piel es motivo de todos sus anhelos. Su bella sonrisa, aquella que le dedicó
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184. La amaré toda mi vida
Roy Sidney tuvo un poco de circunspección al instante de oír esto. Mantenía su mano en el escritorio y tanteo con un dedo la misma, y se echó a reír sin ganas. Entretanto buscando un índice de broma, se calló lentamente cuando se percató de la seriedad con la que se presentaba Maximiliano. Sin un rastros de agudeza. Roy Sidney tuvo que cruzarse de brazos. Después de un largo tiempo sin mantener una conversación como está parece ahora elocuente y más de unos monosílabos. Volvió alzar su ceja, iracundos de que esté teniendo este tipo de actitud. —No está a la venta.—¿Ah no? —Maximiliano replicó con tono amenazador—. ¿Cómo que no lo está?—Me refiero a que no está a la venta si es que se trata de usted —respondió Roy Sidney—. ¿Qué hace usted comprándole a mi banco?—Diría que no es asunto tuyo —soltó Maximiliano.Roy Sidney sólo ondeó unas cuantas hojas.—Sin embargo, si lo es —dijo—. Es el lugar con el que trabajo con mi socia. Me concierne por supuesto que vengas ahora a dar
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185. Tal vez un sueño
Un tanto cómplice Robert por esta noticia, nada más pudo estrechar la mano de su primo y hacerle saber que esto pudo ser quizás la prueba de amor más grande que pudiese existir. Y no le decía que fuese lo material, sino el gesto. Maximiliano le comentó que eso para Maya era algo muy importante. Y mientras también estuviesen arrebatándoles sin justificación los puestos de los demás, esto debía hacerse. Tenía una copia de esto. Y su abogado tenía la original para llevarla directo al banco y mantener el papeleo en orden. Tuvo que ir en la noche junto a su abogado y acompañado de Robert para hacer completar todo ese trámite, no se había sentido mejor en su vida a excepción de aquel momento. Deseando en cada momento ahí junto él. Mantuvo más que la misma sensación que cuando tomaba sus manos para hacer firmar lo que faltaba. No parecía del todo malo que esto lo estuviese haciendo a sus espaldas. Pero Maximiliano conocía a Maya. Nada podía reprocharle. Lo único que quedaba era su f
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186. Su entero amor
Primero había sido un estado de conmoción, siendo controlado por sus propias manos juntándose hacia la pared. Ni siquiera pudo definirlo. Ni siquiera mantuvo el control. Porque se mezclaba cada emoción, cada alegría, cada pregunta y cada respuesta. Y después: un llanto.De felicidad, fiel y sin una pizca de tristeza. Sólo fue felicidad. Sólo fue sonrisas y nada más inundó toda vida de este brillo sino ese mismo momento. Se mantuvo en la misma posición hasta que Chris fue el primero en venir junto a ella. Y no controlando este mismo sentimiento, que subía y se escondía, que no era pacífico ni acogedor, sino fuerte, caluroso y propenso a nada más que hacerla sonreír. Manteniéndose fielmente a esto, y en busca de mirar a Chris para recibir una sola respuesta, se abalanzó hacia sus brazos. Riéndose entre lágrimas cada gesto era canto de ángeles para quien lo escuchará. Su risa era plena, era sincera. Chris también estaba de la misma forma mientras Giovanna venía junto a él a explic
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187. Feliz cumpleaños
Un apreciado momento volviéndose la imagen que había soñado una realidad. El pasar de los recuerdos atesoraron estas virtudes y no pudo haber sido mayor la dicha. Se disminuyen aquellos miedos, aquellas crueles desesperanzas, ya no queda nada de eso. El júbilo recorriendo cada parte del cuerpo, del corazón también. Prendado está en su sitio y el encuentro se vierte en él con placidez. Sus ojos claros y del color del otoño primaveral le traen tranquilidad, bienestar, cada movimiento es el comienzo de lo bello que es amarla. Un punto clave radica en cuando ha dado un paso hacia él.Tan ensimismado está que tiene algunas cosas por dar a entender antes de caer ante ella. ¿Y cómo no hacerlo? Está hermosa. Su sonrisa radiante ilumina toda la habitación. Sus mejillas tienen aquel rubor que es digno de sus más profundos deseos. Su sola presencia iluminan su entera vida. La atisba dando los pasos necesarios para acercarse y sonreír. La sonrisa que emana sinceridad y leal satisfacción, más q
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188. El mejor regalo
Si pudiese elegir una de las mejores noches de toda su entera vida, no hubiese titubeado en ningún momento para preferir aquella en donde solo se encontraba en sus brazos. Conociendo más el uno del otro, se mantuvieron en el sofá del lugar hasta que la luz de la madrugada dio esperanzas al nuevo día. Después de hacer el amor con tanto frenesí, desnuda ante él, Maya acariciaba su rostro, mientras Maximiliano también la observaba y se mantenían en ese lugar que sólo era de ellos dos. Quizás aún más entera. Porque su deseo por haber tenido de esa manera fue aún más gigantesca y anhelada que cualquier otra cosa. Sintiéndolo acariciándola. Más gentil que nunca. Sus manos siendo perfectas con su piel. Ella suspiraba, sonriendo. Sin embargo, las dudas aún estaban frente y Maya no quería pensar en lo que le depararía el destino una vez que volviera a estar bajo su corazón. Se sentía frágil en el momento. Maximiliano la trajo de vuelta al ensueño cuando la hizo suya otra vez. Entre caricia
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189. Nuestra sinceridad
No puede describir a su momento la estupefacción que obtiene justo al oírlo. Podría creer una cierta parte de alguna mayoría, pero que su amigo conocido por se particularmente orgulloso y sentido logrando obtener la primera jugada ganada en este asunto no es que pueda creerlo del todo. Hay algo que nace y hace bajo su expresión. Porque vuelve la conversación tema de la cual ponerse a pensar. Sin embargo, tampoco puede seguir pensando bien porque Maximiliano nuevamente habla. —Fue él quien me lo confesó —su sonrisa radiante pasa directo hacia ella—. Me dijo que eres amiga de él, e incluso de Giovanna. —Jason —Maya asiente, recordándolo amenamente—. Él es un gran amigo mío. Y de Jenny también, y de Phoenix —confiesa con total júbilo—. Me alegra que lo hayas conocido.Maximiliano deja cesar su sonrisa para que un gesto más serio se forme. —Fue hace algún par de semanas atrás. Por casualidad me lo encontré y como no sabía quién era tuvo que presentarse; después me invitó un par d
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190. Elizabeth Seati
Y Maya asintiendo, como si lo necesitara al igual que respirar, se lo lleva hacia sus labios y lo vuelve aprisionar de la manera más inevitable. Ya son sus labios el camino que conoce, por donde se pierde, y en donde adora estar. Son suaves, frágiles, dispuestos sólo para ella. Un movimiento lento y a la vez fuera de si porque esa vez se necesita más cosas de la que ahora entienden. Y si aún no podía ella comenzar a saber de lo tanto que ama a Maximiliano, puede quedarse de esa forma hasta el fin de los tiempos. —Necesito —ella jadea. Retrocede a la par que Maximiliano le entrega aquellos besos fieles a sus delirios—. Necesitamos cambiarnos, Max…—Por favor, cariño. Nadie va entrar aquí.—Y ese es el problema —dice Maya a su vez.Puede contemplarlo como si se tratara del sol mirando a la luna, la guerra mirando el amor, la oscuridad mirando la luz. Puede sentirlo completo. Su entera alma queda expuesta y no consigue dar palabras para la imagen que quedará prendada toda su vida.
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