Un apreciado momento volviéndose la imagen que había soñado una realidad. El pasar de los recuerdos atesoraron estas virtudes y no pudo haber sido mayor la dicha. Se disminuyen aquellos miedos, aquellas crueles desesperanzas, ya no queda nada de eso. El júbilo recorriendo cada parte del cuerpo, del corazón también. Prendado está en su sitio y el encuentro se vierte en él con placidez. Sus ojos claros y del color del otoño primaveral le traen tranquilidad, bienestar, cada movimiento es el comienzo de lo bello que es amarla. Un punto clave radica en cuando ha dado un paso hacia él.Tan ensimismado está que tiene algunas cosas por dar a entender antes de caer ante ella. ¿Y cómo no hacerlo? Está hermosa. Su sonrisa radiante ilumina toda la habitación. Sus mejillas tienen aquel rubor que es digno de sus más profundos deseos. Su sola presencia iluminan su entera vida. La atisba dando los pasos necesarios para acercarse y sonreír. La sonrisa que emana sinceridad y leal satisfacción, más q
Si pudiese elegir una de las mejores noches de toda su entera vida, no hubiese titubeado en ningún momento para preferir aquella en donde solo se encontraba en sus brazos. Conociendo más el uno del otro, se mantuvieron en el sofá del lugar hasta que la luz de la madrugada dio esperanzas al nuevo día. Después de hacer el amor con tanto frenesí, desnuda ante él, Maya acariciaba su rostro, mientras Maximiliano también la observaba y se mantenían en ese lugar que sólo era de ellos dos. Quizás aún más entera. Porque su deseo por haber tenido de esa manera fue aún más gigantesca y anhelada que cualquier otra cosa. Sintiéndolo acariciándola. Más gentil que nunca. Sus manos siendo perfectas con su piel. Ella suspiraba, sonriendo. Sin embargo, las dudas aún estaban frente y Maya no quería pensar en lo que le depararía el destino una vez que volviera a estar bajo su corazón. Se sentía frágil en el momento. Maximiliano la trajo de vuelta al ensueño cuando la hizo suya otra vez. Entre caricia
No puede describir a su momento la estupefacción que obtiene justo al oírlo. Podría creer una cierta parte de alguna mayoría, pero que su amigo conocido por se particularmente orgulloso y sentido logrando obtener la primera jugada ganada en este asunto no es que pueda creerlo del todo. Hay algo que nace y hace bajo su expresión. Porque vuelve la conversación tema de la cual ponerse a pensar. Sin embargo, tampoco puede seguir pensando bien porque Maximiliano nuevamente habla. —Fue él quien me lo confesó —su sonrisa radiante pasa directo hacia ella—. Me dijo que eres amiga de él, e incluso de Giovanna. —Jason —Maya asiente, recordándolo amenamente—. Él es un gran amigo mío. Y de Jenny también, y de Phoenix —confiesa con total júbilo—. Me alegra que lo hayas conocido.Maximiliano deja cesar su sonrisa para que un gesto más serio se forme. —Fue hace algún par de semanas atrás. Por casualidad me lo encontré y como no sabía quién era tuvo que presentarse; después me invitó un par d
Y Maya asintiendo, como si lo necesitara al igual que respirar, se lo lleva hacia sus labios y lo vuelve aprisionar de la manera más inevitable. Ya son sus labios el camino que conoce, por donde se pierde, y en donde adora estar. Son suaves, frágiles, dispuestos sólo para ella. Un movimiento lento y a la vez fuera de si porque esa vez se necesita más cosas de la que ahora entienden. Y si aún no podía ella comenzar a saber de lo tanto que ama a Maximiliano, puede quedarse de esa forma hasta el fin de los tiempos. —Necesito —ella jadea. Retrocede a la par que Maximiliano le entrega aquellos besos fieles a sus delirios—. Necesitamos cambiarnos, Max…—Por favor, cariño. Nadie va entrar aquí.—Y ese es el problema —dice Maya a su vez.Puede contemplarlo como si se tratara del sol mirando a la luna, la guerra mirando el amor, la oscuridad mirando la luz. Puede sentirlo completo. Su entera alma queda expuesta y no consigue dar palabras para la imagen que quedará prendada toda su vida.
¿Puede ésta misma sensación hacerla olvidar absolutamente todo, sin distinciones? Eso es lo que hace. El sentido de la vida regresa una vez que cada gesto de su labio convoca a ponerla lista hacia cada sentidos que puede sentir de ahora en adelante. Como una luz también, así es que puede sentirse a sus momentos. Y no puede existir más nada en este momentos que está veleidad. Queda atontada. Sus labios se mueven con lentitud, agraciada, suave. Sostiene sus brazos al instante porque de esa manera se mantiene cuerda a este sueño. Y no parece que pueda acabarse nunca. Más tarde y después de algunos segundos se refleja la soledad en sus labios. La acaricia deja de acoplarse porque puede conseguir aún más el sentido de la vida sin que tenga en realidad algo por lo que quejarse. Sus labios están entreabiertos, sus ojos están cerrados. El sueño puede estar aquí y ahora siente un deje suave en sus comisuras. Finalmente se encuentra con su mirada, y embobada ahora por sus besos, lo
Y no puede sonar esto algo más a una broma. Un propio chiste. De muy mal gusto. De muy…Maya cierra los ojos, sollozando. —¿Te engañó? —pregunta—. ¿Papá te engañó…? Elizabeth niega al instante.—No me engañó. Un divorcio no sólo es infidelidad, Maya. Su hija estalla por la tristeza. —¿Entonces por qué…?—Yo ya no amo a tu padre.Maya se detiene con rapidez. De súbito siente el rostro caliente e iracundo por esta afirmación. Hay algo que duele en sus palabras. Mientras sus ojos se llenas de lágrimas, observa a su madre con seriedad. —¿Tienes a otra persona?Maya retrocede. Podría esperar cualquier cosa de su madre, y malo o bueno ella estaría siempre con ella. Pero no soportaría que una afirmación de su parte le pusiera el mundo de cabeza. Elizabeth asiente. A Maya se le va el aire. Con ojos que no pueden creerlo, se siente como una tonta.—¿Engañaste a mi papá…?—No, nunca lo engañé —termina diciendo Elizabeth, con una mirada apesadumbrada—. Hace meses que estaba p
Lo mismo quiere pensar de su padre. Y si en este momento tal vez no quiera ni verla a ella, porque lo conoce muy bien, tampoco quiere dejarlo solo. No sabe quién ha dado el primer paso para esto. No sabe si su papá tuvo motivos para que su madre finalmente decidiera querer a otra persona. Pero eso ya no importa, eso no puede seguir afectando de cierta manera está relación. El destino habla por si solo. Y sus padres…seguirán siendo sus padres. Como hija, en estos momentos, mientras pasa la mañana junto a su madre con el único objetivo de hacerla sentir bien y aliviada, se siente un tanto extraña. No puede imaginar en cuanto su madre le haga saludar a quien ahora dice querer. No tiene otra cosa en qué pensar. Debe mantenerse calmada ante ella. Y no sólo se trata de ella, también es sobre su padre. Y mientras tanto, la sola idea de verlos separados, ya no conviviendo juntos, teniendo que ir a lugares separados para saludar...la pone triste. No puede sentir nada más que eso. Sin embarg
La angustia recorre cada centímetro de su cuerpo. La inquietud se apodera de sus manos que ciñen con fervor al cuerpo que yace quieto sobre el suyo. Y da un vocifero alentador que no se consigue en ningún otro lugar sino que sale de su garganta con fuerza, prendada por el desasosiego.—¡Sean! —grita—. ¡Por Dios, Sean…! Dios Mío.Lo mantiene sujeto con fuerza hasta que no puede más. Tiene que aguantar su peso hasta el momento que vuelve a dar otro grito de ayuda hacia adentro. Gracias a Dios algunos trabajadores salen hacia a ella y al instante la apoyan en el agarre del cuerpo de Sean para que no se inmute con ningún toque. Vilipendia sus manos con fuerza y acude con rapidez a pedir una ambulancia. No comprende qué ha sucedido. Sus propios ojos se turban con el miedo que la apodera y sus manos tiemblan cuando pide al cielo que llegue la ambulancia. Todo pasa tan rápido que no se percata de la presencia de Chris llegando a su lado. Agachándose junto a ella, pidiéndole que le d