100. Bellísima
—Maya —la infunde en un gran abrazo la señora Miranda—. Qué gusto verte por aquí de nuevo. Muchas gracias. Gracias.—El placer es todo mío, señora Miranda.—No, dime Miranda ahora, Maya. Basta de formalidades. Hazlo con mi hijo, pero no conmigo, es lo menos que puedo hacer. Ven, siéntate a mi lado.—Dígame, ¿han dicho algo sobre Giovanna?—Todo salió bien —la señora Miranda se limpia la nariz, sonriendo—. Todo, Maya. Qué alegría. Bendito sea Dios.—¿Y no han dicho cuándo podrá abrir los ojos, cuándo?—Quizás en un par de días, siempre dependerá de cómo reaccione a todo. Pero la vi hace unos momentos, y ella está, dormida…está mejor ahora.—Gracias a Dios —suelta Maya a su vez con un alivio desmesurado. Todo esto es más que complaciente, más que significativo. La situación de Giovanna siempre sería más importante de lo que pensaba. Y ahora, con ese foco de luz comenzando a valer a sus oraciones y a sus esperanzas no ve más sino eso para que la situación mejore. Le toma una mano a la s
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