—Maya —la infunde en un gran abrazo la señora Miranda—. Qué gusto verte por aquí de nuevo. Muchas gracias. Gracias.—El placer es todo mío, señora Miranda.—No, dime Miranda ahora, Maya. Basta de formalidades. Hazlo con mi hijo, pero no conmigo, es lo menos que puedo hacer. Ven, siéntate a mi lado.—Dígame, ¿han dicho algo sobre Giovanna?—Todo salió bien —la señora Miranda se limpia la nariz, sonriendo—. Todo, Maya. Qué alegría. Bendito sea Dios.—¿Y no han dicho cuándo podrá abrir los ojos, cuándo?—Quizás en un par de días, siempre dependerá de cómo reaccione a todo. Pero la vi hace unos momentos, y ella está, dormida…está mejor ahora.—Gracias a Dios —suelta Maya a su vez con un alivio desmesurado. Todo esto es más que complaciente, más que significativo. La situación de Giovanna siempre sería más importante de lo que pensaba. Y ahora, con ese foco de luz comenzando a valer a sus oraciones y a sus esperanzas no ve más sino eso para que la situación mejore. Le toma una mano a la s
Maya sonríe, feliz por todo esto.—Le encantará. Lo sé.Maximiliano le lanza una ojeada similar a la de antes.—Te encantan a ti.—¿A quién no le gusta las flores? —dice Maya.—Entonces, te daré todos los ramos que existan en este mundo —le dice Maximiliano sin titubeos.Maya alza ya una de sus cejas. Maximiliano saca un solo girasol de todo el ramo y se la entrega. No hace más que sonreír por el detalle.—Gracias —entona, admirando la flor—. Ahora le toca a Giovanna.—Entonces, preciosa. Ven conmigo…—Maximiliano se acerca para plantar un rápido beso en sus labios. Sabor al dulce que le fascina, porque se ha convertido sus labios sin duda cerca del sabor a miel.Y toma su mano. Ya están dirigiéndose directo al cuarto de Giovanna, cada uno con flores.Al entrar, los padrinos de Giovanna se observan a su vez y les sonríe. Ellos de igual forma la saludan y el tío de Giovanna es quien dice que saldrá a tomar un café. La madrina de Giovanna la infunde en un abrazo y los ve salir del cuarto
Maximiliano y ella se quedan hasta que amanece. No pudieron hablar sobre algunas cosas porque los padrinos de Giovanna habían entrado. Sin embargo, en los momentos en que se quedaban solos, Maximiliano le decía que debería no preocuparse en si ir a trabajar o no, pero Maya le volvía a decir que de eso no se preocupara él. Le contó sobre la cena y en cómo le hizo gracia lo que mencionó sobre Sean.—Entonces si es tu ex.—Lo es —Maya le acarició el rostro, en cuanto estuvieron sentados afuera, en la sala—. Ya lo notaste. Juega en los Yankees.—Sin embargo —Maximiliano hizo que Maya se colocara más hacia él, tomándola de la cintura y al tener una de sus manos, besándola, expresó—: puede seguir admirándote, haciéndote cumplidos, ahora más que nunca quiero que todos lo sepan. La mayoría cree que estás sin nadie.—¿Y no lo estoy? —ronroneó Maya, acercándose a sus labios, inclinándose hacia él.—¿Eso quieres hacer creer? —Maximiliano sonríe.—Debería decir lo mismo —Maya finalmente se aleja,
Pasan más del mediodía, pero no puede entender si ya es tarde o temprano, si el día viene o no lo hace. Sólo está volando dentro de sus alas. De las alas que son nada más de ellos dos. Acaricia su pecho mientras lo observa, sonriendo, aún con sus mejillas rojas y calientes. Apenas su cuerpo detiene todos los espasmos que le ha hecho sentir. Todo ese recorrido en su cuerpo. Las acaricias inundando cada rincón de su piel. Su vaivén dentro de ella que se sintió tan celestial. Sus acaricias dentro y por fuera la llevaron a donde nunca supo. Este sentimiento ya estaba plenamente regocijado en cada recoveco, en cada lugar al que sintiera estar viva y con ganas de sentir. Mientras acaricia su pecho, bajando hasta la distancia que cubre la manta, ella sonríe, viendo cada rincón que puede ofrecer esas comisuras también alzadas hacia ella. También la está tocando, su cintura, con acaricias suaves que le generan júbilo y comodidad. Cuando lo observa sonreír una vez más, Maya se sube, directo ha
Cuando dan a las ocho de la noche, Maya ya está tomando un café negro, mientras observa ya el anochecer de Nueva York. No olvida que el día de mañana sería el momento en que daría con Chris y sus compañeros la tan esperada ceremonia. Desde que dejó a Maximiliano, se siente un poco retraída. No le ha dicho sobre el proyecto, pero como le dijo a Chris, tan pronto como termine, se lo haría saber. Habría nada más que esperar. Mantiene entonces sus ojos, un poco entrecerrados, hacia Nueva York, y la vuelve una vez que Lizzy entra por la puerta hacia la oficina. Maya deja la taza y le recibe los papeles.—Es todo por hoy —es lo que le dice Lizzy, sonriendo—. Fuiste de mucha ayuda, Maya. Muchas gracias.—Oh no, linda, no agradezcas —le responde con felicidad. Se acerca a su escritorio y toma un bolígrafo—. Lo único que podemos hacer ahora es esperar que el señor D'Angelo venga a la oficina y firme.Lizzy sonríe. Y Maya lo hace por mencionar a Maximiliano.Carraspea y se acerca.—Bueno, ya
Y la mañana llega. Y ella a está a punto de hacer su sueño llega realidad.A la vista se nota una aglomeración, que está, no obstante, bastante formal y ensimismada en el asunto principal. Un recuadro de varias mujeres se forma en el círculo, que se observa como una tarima con adornos florales, de etiquetas con los nombres presenciados, el arreglo de unas sedas flotando en el estrado.Maya y Chris están juntos. Emilia y los demás aún no llegan pero todavía hay tiempo. La conferencia no ha empezado y con los nervios en punta, Maya se toma cada vez de las manos y sonríe en cuanto observa a Jenny arribar con sus padres.—¡Ya están aquí! —exclama ella, abrazándolos a todos—. Estoy tan feliz. Chris y yo somos los primeros en llegar, pero aún faltan un par de horas para presentar. Vengan, por aquí.—También estamos nerviosos, Maya, pero no dudes en que todo saldrá bien, ¿De acuerdo? —Jenny deja su abrazo y le muestra una sonrisa.—No hay nada que temer. Confíen en que todo saldrá bien —la s
Y en sus pensamientos no deja de estar Maximiliano.Que aún no lo ha llamado pero es obvio, nunca le había comentado sobre este proyecto.Y no piensa que fuese tan verídico hacerlo ya que en realidad él ha sido su jefe. Incluso, al ser una persona tan conocida en el ámbito, decidió que ella podía hacerlo sola, por su cuenta.Chris le sonríe. Se acerca para abrazarla.—¿Cuándo dirán los resultados? ¾—Maya le pregunta.—En una semana. Sin falta —responde.Se pone nerviosa pero en realidad la reunión fue tan esperada y simpática. Había presentado muy bien su visión, lo que quería hacer, las contribuciones y como se daría toda la organización del hotel. Servido para el turismo de igual forma. Quería emplear buenos servicios y en donde la gente se sintiera cómoda.Jenny los acompaña para saludar a los últimos jueces e ingenieros, que finalizaron ya las presentaciones. La aglomeración estaba atestada y ya después de haberse tomado las fotos necesarias, junto con Roy Sidney, Maya y todos su
Al momento de ir junto a Chris fuera del edificio, Maya tiene que tomar aire, un aire destilado por la incomodidad retenida por enfrentar otra vez la sensación de tener a Diana June frente suyo. No puede entender las razones, ni el porqué del comportamiento de Diana hacia ella y tal vez de manera desentendida hacia Jason. Y al verlo, sonriendo y bromeando con sus amigos, Maya no puede entender cómo Diana está haciendo todo esto, comportándose tan vil, no tanto con ella, Diana hace días que dejó de ser importante para todo su alrededor, sino con Jason. ¿Cómo puede seguir jugando con él? ¿De esta forma? Ni siquiera sabe por qué lo ha permitido, porque sigue sin decirle la verdad y confesar que esa mujer siente todavía algo por Maximiliano. Y sin embargo, no puede obtener nada más que amargura y ácidos pensamientos. Su respiración se acorta, pero vuelve a tomar el control de todo su cuerpo una vez que es Chris quien le toma del hombro. —¿Estás bien? Su pregunta y ver a Chris ahora la ha