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Todos los capítulos de A la oscuridad de sus deseos: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Capítulo 21. Luces dispersas
Me había decidido, al menos de todas las cosas que no tenía clara, esa si lo era y resplandecía enormemente. Tendría la vida con la que tanto soñaba así tuviera que trabajar para ella toda mi vida. Erick se había marchado a su viaje y yo me quedé recibiendo sus mensajes y llamadas, ninguno de los dos mencionó la última conversación durante sus días de viaje. Ninguno se disculpó, ni dijo nada al respecto, quizás eso era lo que más me gustaba de él. Su discreción, al menos la tenía cuando se encontraba lejos, si él tenía una característica muy bien marcada, era decir las cosas en la cara de las personas. Nunca se guardaba nada o hablaba por las espaldas de las personas. Quizás por esa razón en ocasiones le daba el recurso de la duda, sobre si había sido él quien había comentado todo sobre mi pasado. Antonio también se había desaparecido, lo miré un par de veces enamorando a la cajera del edificio. A decir verdad, se miraban bien juntos y en lo que a mí respecta, estaba mejor con ella.
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Capítulo 22. A pocas horas del amanecer.
Me encontraba sola y pensativa sobre mi decisión, fue la elección más estúpida que pude hacer, yo lo sabía, mi interior lo sabía, el universo entero lo sabía. Caminé alrededor de 45 minutos y finalmente llegué a mi destino. La casa de Erick se divisaba desde el portón principal. –Buenas noches–dijo un guarda de seguridad en el portón, ubicado en la oscuridad para asustar a cualquier indigente que deseara entrar sin permiso. Yo no me escapé del susto–.–Buenas noches, me gustaría hablar con Erick Black –dije, sobando mi pecho del susto que me había dado Jacinto, por su etiqueta en la camisa–.–¿Tiene cita con él? –.–No señor–.–Me regala su nombre–.–Mariana Sandoval–.–Le informaré al joven, un momento–.Esperé
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Capítulo 23. Altibajos
Me sentí que me había quitado un peso de encima al haberle dicho a Erick que quería su ayuda, al menos dejé de sentirme estúpida, ahora solo debía aceptar que la situación que debía enfrentar no sería nada fácil, pero sabía que con la ayuda de Erick podía lograr salir libre de esa demanda. Pasamos la primera sesión y debo decir que fue lo peor, el demandante me acusaba de haber tomado su idea y de hacerla mi negocio. Yo levanté esa idea desde que estaba trabajando en el Night Club y nunca comenté nada con nadie hasta que la idea fue materializada. El nombre, los productos y servicios, fueron mi idea, no necesité robar la idea de nadie, pero en esa primera sesión se encargaron de hacerme quedar como una ladrona. Al menos me trataron con respeto y nada de mi pasado salió a flote, el abogado que Erick había asignado, fue una estrella, consigui&
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Capítulo 24. Caminos separados
Finalmente miré salir a ambos hombres, darse la mano en la salida y despedirse de una vez. –Bueno, creo que podré saberlo en este momento–comentó Sebastián–.–Mariana, podrías venir a la oficina por favor –dijo Erick–.–Bueno, ya lo sabes, quizás en otro momento podamos hablar–.–El parque a las 7.00 pm. Te estaré esperando –dijo–.Se marchó y yo entré a la oficina con Erick.–Toma asiento–.Hice caso sin preguntar. –He visto el grandioso trabajo que has hecho y lo bien que has reportado todo, realmente aprecio tu orden con respecto a mis citas, todo eso era un desastre antes que vinieras. Por eso y otras razones laborales he decidido brindarte un aumento del diez por ciento sobre tu salario actual–.–Entiendo, aunque me parece que no es solo por mi buen trabajo–.–Créeme que es lo más profesional que he hecho en todo este tiempo–dijo–.–No creo que pueda aceptarlo–.–No es necesario, ya está hecho lo aceptes o no, solo te informaba al respecto–dijo–.–Entiendo, gracias–.–Continúa
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Capítulo 25. Auroras de amor.
Fui a la empresa al siguiente día, con toda la actitud de ser la persona más proactiva. Erick miró mi motivación y aunque no hizo una pregunta directa, lo miré con ganas de preguntarme algo. Ese día tenía la primera cita con Sebastián y la emoción se me notaba por los poros. Me había dicho que no podía aceptar ninguna relación de alguien que conociera a Erick, pero no sabía porqué con Sebastián todo era diferente. Si era posible lo haría funcionar. Una relación realmente me hacía mucha falta. Ese día, después del trabajo, Sebastián me llegó a recoger al trabajo. Tomamos la ruta hasta el centro de la ciudad y cenamos en un fino restaurante. Al principio pensé que íbamos caminando hacia su auto, pero en realidad tuve que caminar unas 50 calles hasta llegar al centro de la ciudad. Fue algo cansado,
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Capítulo 26. Te lloré un río.
–¿Puedo saber que haces en mi apartamento? ¿Cómo entraste? –pregunté de mala gana–.–¿Estás saliendo con Sebastián? –Preguntó sin darme la cara–.–¿Qué? ¿Has venido hasta aquí por eso? Pudiste habérmelo preguntando en la empresa–.–Quiero una respuesta ahora–.–¿Eso que importa? Creo que habíamos dejado claro que mi vida personal, es solo mía–dije–.–No quiero entrometerme, solo quiero saberlo, así podría librarme de una vez de este sentimiento–.Seguía viendo hacia las luces del callejón o quizás no miraba a ningún lado, tan solo estaba dándome la espalda. Yo comencé a colocar cada cosa en su lugar, desde mi cartera hasta mis zapatos. –¿Qué sentimiento? ¿De qué hablas? –pregunté–.–El sentimiento que tengo por ti. Ese que he tenido desde siempre–.–¿Cuál de todos será? ¿El de desaprobación y lastima? ¿O quizás el de compasión? –.–El de amor–.–Pues ese debes tenerlo solo en tus adentros, porque hasta ahora no has demostrado otra cosa más que desaprobación–.–Te equivocas, desde sie
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Capítulo 27. Todo o Nada.
Todos se miraban tensos en aquel piso, se miraban unos a otros como mandando al más valiente a enfrentarse al miedo, pero en ese puñado de cobardes, no existía ningún honorable. Yo continué mi trabajo con ganas de llorar, pero sin demostrarlo. Miré llegar a Sebastián y su visita era la que menos esperaba. Ni siquiera sabía que tenía cita con Erick, no la tenía registrada en la libreta. –¿Ha pasado algo aquí? Veo a todos como extraños –dijo Sebastián–.–Hubo una situación que los tiene así a todos–dije–.–Ya veo, bueno, dejando a un lado eso, ¿Podrías avisarle a Erick que estoy aquí? –dijo–.–Claro–dije–. Tomé el teléfono para avisarle a Erick cuando miré que Antonio entró a la oficina de Erick. Todos lo quedaron viend
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Capítulo 28. No hay nada que pensar.
Después de contar mi triste historia, Sebastián y yo nos quedamos callados, quizás él pensaba sus próximas palabras y yo me seguía cuestionando, si aquello había sido lo correcto. Le conté toda la verdad, la razón de mi baile en aquel lugar, claro que tuve una aventura en aquel lugar, pero no creí que fuera buena idea contarla, le dije que mi trabajo era bailar para todos los sarnosos que nos visitaban y que al final me incluía en la lista de sarnosos al trabajar ahí. Siempre he pensado que todas las personas que frecuentaban aquel lugar, no tenían en su interior más que el inconforme vacío de demostrar que pueden tener a todas las mujeres, llenarse de un ego banal, es una estupidez, aunque también era el lugar de marginados y cobardes que llegaban a demostrar que podían estar con alguien, aunque ni siquiera después de acostarse con alguna de las chicas tomaban un poco de coraje para hacer su vida fuera de aquellas paredes. A fin de cuentas, aquel lugar mantenía a flote a muchas mujer
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Capítulo 29. Otro amor.
Los chicos salieron sonriendo como dos grandes amigos después de unos 45 minutos, Sebastián llevaba en su mano un par de documentos con los que no había entrado. Ambos me quedaron viendo al salir de la oficina y de cierta manera me hicieron sentir incómoda. Yo por otro lado, me volteé hacia el computador para continuar con mi trabajo. –Mariana, por favor vienes a mi oficina–dijo Erick–. Sabía que se trataba del asunto del nuevo contrato para un proyecto gigantesco, quizás era ese proyecto el que le daría el reconocimiento que el deseaba. –Claro, tendré todo listo enseguida–dije–.Sebastián se marchó, no sin antes darme un beso en la frente. Ese fue el beso que nos delató, pero quizás él al igual que yo, no podía contenerse. Entré a la oficina de Erick ignorando el beso que Sebastián me acababa
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Capítulo 30. Luces y apagones.
Sebastián y yo tuvimos una cena espectacular, luego nos disfrutamos nuevamente en mi diminuto departamento que cada vez con la compañía correcta, no parecía tan malo, ahora el espacio y la poca pintura en alguna de las paredes, ya no era un problema tan grande, ya había pensado en comprar papel tapiz para sellar esa parte y en comprar un par de adornos para mejorar el interior. Sin embargo, me bastaba con los recuerdos que tenía ese lugar, para sentirlo tan mío y olvidar lo sola que en algún momento me llegué a sentir. –He visto a tu jefe muy emocionado últimamente –comentó Sebastián con una taza de café en la mano-.–Lo está, tiene algo entre mano y confía en que todo le saldrá bien–dije, evitando dar detalles sobre el tema–.–Ya veo. Ese debe ser su boleto hacia la libertad–. –Lo es o al meno
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