Capítulo 28. No hay nada que pensar.
Después de contar mi triste historia, Sebastián y yo nos quedamos callados, quizás él pensaba sus próximas palabras y yo me seguía cuestionando, si aquello había sido lo correcto. Le conté toda la verdad, la razón de mi baile en aquel lugar, claro que tuve una aventura en aquel lugar, pero no creí que fuera buena idea contarla, le dije que mi trabajo era bailar para todos los sarnosos que nos visitaban y que al final me incluía en la lista de sarnosos al trabajar ahí. Siempre he pensado que todas las personas que frecuentaban aquel lugar, no tenían en su interior más que el inconforme vacío de demostrar que pueden tener a todas las mujeres, llenarse de un ego banal, es una estupidez, aunque también era el lugar de marginados y cobardes que llegaban a demostrar que podían estar con alguien, aunque ni siquiera después de acostarse con alguna de las chicas tomaban un poco de coraje para hacer su vida fuera de aquellas paredes. A fin de cuentas, aquel lugar mantenía a flote a muchas mujer
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