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Todos los capítulos de Casada por obligación: Capítulo 81 - Capítulo 87
87 chapters
81. Amor
AbigailNo puedo creer que Christopher esté aquí. Él tampoco parece que pueda creerlo del todo porque no deja de mirarme o tocarme en cada oportunidad que puede.Lo he traído a desayunar a una de mis cafeterías favoritas cerca de la empresa, aún tenemos muchas cosas que hablar y aclarar.Sé que tal vez mi madre y Melissa vayan a reprocharme que lo haya perdonado con tanta rapidez, pero siendo sinceros, él es lo único en lo que he pensado en estos dos meses, y lo que quería era que me buscara, que recapacitara y lo hizo, entonces ¿Por qué esperar?Estamos sentados en una de las mesas del fondo para mayor privacidad, sus ojos no han dejado de detallarme en ningún momento.—No se porqué lo hizo— digo finalmente y ni tengo que decir nombre porque, por la forma en que Christopher aprieta la quijada, sé que sabe de quien hablo—Él sabía que yo… Que yo esperaba por ti.Escucho el suspiro que deja salir y veo como su mano toma la mía que se encuentra sobre la mesa, antes de llevar mis nudillos
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82. Perfecto
ChristopherNo sabía que el amor iba a sentirse así, que yo iba a sentirme así, pero no voy a acobardarme. No ahora, después que lo he probado y me he dado cuenta que me encanta.Me encanta amar a la llorona y Dios, no tengo palabras para describir lo que me hace sentir que ella me ama de vuelta. Sin embargo, en el momento en que cruzamos la puerta de la habitación de hotel, todos esos pensamientos pasan a segundo plano, porque ahora solo puedo pensar en hacerla mía.Cogiendola por sorpresa la tomo de la cintura y la hago girar hasta dejar su espalda recostada de la pared, mientras que con mi cuerpo cubro el suyo y antes de que ella pueda siquiera abrir la boca para decir algo, llevo mis labios a los suyos y la beso de la manera en que he querido hacerlo desde que la vi.Mis labios toman los suyos con necesidad, con hambre. Mordiendo, lamiendo y chupando. Y en el momento en que siento sus manos subir por mi torso y llegar a mi cabello para jalar de él. En ese momento lo pierdo por com
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83. Conservar la sonrisa
AbigailLlevo toda la tarde en la habitación del hotel con Christopher. Es como si no pudieras tener suficiente del otro y si ahora hemos hecho una pausa es porque aún tenemos cosas que hablar antes de que vaya a encontrarme con Mel.—¿Qué quieres hacer ahora?— me pregunta y yo detengo el bocado de comida que estaba a punto de meter en mi boca para verlo.—¿Comer?— le digo, haciendo énfasis en el cubierto en mi mano.Veo como él pone sus ojos en blanco al escucharme y lucha con la sonrisa que amenaza con formarse en su rostro.—Me refiero con nosotros, llorona. Parece que estás radicada aquí en Alemania y yo estoy en Londres, entonces te repito ¿Qué quieres hacer?Lentamente bajo el cubierto y sé que no tengo que pensar demasiado en mi respuesta porque sé lo que quiero: Lo quiero a él.Sin embargo, soy consciente que debo ser una persona responsable, no puedo jugar con lo que he conseguido aquí, hay muchas personas que dependen de mi empresa y no pienso defraudarlos.Pero entonces, un
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84. Feliz
Abigail La conversación con Melissa terminó siendo un enredo total en donde ella prácticamente no me dijo nada de manera clara, más allá de que un hombre parece que se ha obsesionado con ella y que James al intentar ayudar empeoró todo. Sin embargo, siento que hay mucho más que no me está diciendo. De hecho siempre ha sido así. Desde la universidad he sabido que su familia esconde varios secretos, pero no la he presionado en ello. De hecho, creo que su afán en ocultarlo de mi es más por… protegerme. Pero ahora mismo me encuentro muy preocupada. —Mel, ¿sabes que no soy de cristal, cierto?— le digo— Sea lo que sea que estés ocultando, puedo con ello. Ella me ve y traga en seco antes de alejar la mirada y comenzar a jugar con sus dedos. —Lo sé, es solo que no quiero que cambies la imagen que tienes de mi. Chasco mi lengua con molestia y me acerco mucho más a ella. —Eres mi mejor amiga, mi socia y serás la madrina de mi bebé. Nada de lo que me digas va a cambiar eso. Veo como sus
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85. El amor de mi existencia
Christopher Voy a casarme. Realmente no creí que yo haría algún día algo como esto y mucho menos por voluntad propia. El matrimonio nunca pareció ser algo a lo que yo pudiera aspirar por amor porque ¿Quien amaría a alguien como yo? Pero entonces la llorona llegó a mi vida para enseñarme que a veces podemos estar equivocados. Me asomo por la ventana y veo como la playa privada ha sido decorada de manera mágnifica. Las rosas blancas y azules llenan el lugar y la pequeña tarima donde estará el sacerdote parece sacada de una película.Aún no puedo creer que hayamos hecho este viaje sólo para casarnos. Nos encontramos en México, específicamente en el hotel de Acapulco que adquirí hace ya tantos meses. La llorona quiso que aquí fuese donde celebraremos el matrimonio y que lo hiciéramos de la manera más privada posible, es por eso que los invitados no llegan ni a las 20 personas. Escucho que tocan mi puerta y antes de que pueda caminar hacia ella para abrir, esta se abre y la silueta de l
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86. Oliver
AbigailLos últimos tres meses han sido un cuento de hadas. Primero en México con esa fabulosa boda y ahora inaugurando la pequeña sede de mi empresa aquí en Londres.No sé cómo hizo Christopher para poder hacer esto realidad, pero no puedo estar más feliz. Por el momento solo tengo unos 30 empleados, pero sé que poco a poco, con mucho esfuerzo, esa cifra irá incrementando. Yo por otra parte me encuentro enorme. Hace una semana llegué a los ocho meses y no veo la hora de que este bebé, que ya sabemos será un varón, salga de mi cuerpo.Siento un par de manos rodearme la cintura desde la espalda y de inmediato tengo una sonrisa tonta formándose en mi rostro.Ese es el efecto que Christopher causa en mí. Me siento volando en una nube de romance.—¿Te ha gustado como quedó todo, llorona?—Me ha encantado— le respondo sin dejar de sonreír.Él me deja un beso en mi cuello y sus manos se posan sobre mi panza muy hinchada.—Me alegra mucho, esposa. Después veremos como me das tus agradecimi
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87. Mis chicos favoritos
4 años después Abigail. Estoy sentada en uno de los taburetes del jardín trasero viendo como mis dos personas favoritas se dan un chapuzón en la piscina. Oliver, mi hijo de ya 3 años está gritando y riendo mientras que Christopher, quien se ve tan sexy estando todo mojado y llevando únicamente ese bañador, lo chapucea en la piscina. No puedo evitar que mis hormonas se alboroten un poco al ver a mi hombre, aunque supongo que eso es normal en mi estado. Estoy de cinco meses de embarazo, llevando a la que será la más pequeña de las Dimas. Chistopher está simplemente eufórico con todo el tema de tener una pequeña princesa en casa y yo solo puedo lamentarme del pobre chico que se atreva a lastimar o incluso pretender a su hija. —Mami, ¡mira estoy nadando!— mi pequeño hijo me grita y yo solo puedo sonreír en respuesta. Lo amo tanto. No puedo creer que esta historia de amor que me hace tan feliz haya empezado como un cuento de terror. Casi parece que fue en otra vida cuando me vi
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