—Este caballero es… —me alejo un poco de él—, el novio de la señora que le lavo la ropa—¡muerta!, estoy muerta y no sé si esta mentira sea efectiva, pero lo único que me queda es intentar.—¡Hmmm…!, ¿y ella le dio nuestra dirección?, pero lo que no comprendo es porque no se cambió de ropa, “en su casa” —recalca entrecomillas—, por qué no te mandó solo la muda de ropa—enarca una ceja y sus palabras me ponen nerviosa—. ¿Y por qué te mandó al novio?, oh, mejor dime por qué su ropa tiene salsa—interroga—, sí, la salsa que está sobre la mesa —truena su lengua, asqueada de tanta mentira—, no me creo, es cuento barato y aún más al recibirlo en paños menores—alza su dedo y me señala de arriba hacia abajo.No me apeno por llevar puesto un babydoll, no lo veo muy provocador, además no es pecado que vean mis atributos. Con ver no me matará, pero si el maldito se atreve a tocarme, es ahí que se la verá conmigo.—Está bien, te diré la verdad —dejo salir un suspiro—, es que este señor vino a pagarm
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