A Edward se le encogió el estómago. No podía pedirle nada a Rossi, pero la idea de que hubiese compartido cama con otro hombre no le agradó mucho. Deseó preguntárselo, pero la puerta de la cafetería se abrió y entró una pareja de mediana edad. El hombre se acercó a la barra y la mujer saludo a Rossi con mucho afecto . . . –Buenos días Rossi, cómo estas, acabo de ver al niño pendientes de los cachorros, yo me ya elegí uno el niño, aún no se decide. Ambas sonrieron y se despidieron. Edward se contuvo para no hacer la pregunta, pero en cambio exclamó. –Deja que Santi lleve un cachorro, está ilusionado, eso lo ayudará cariño. Rossi lo miro y con algo de mofa respondió . . . –Tú cree que yo tengo dudas sobre ¡que pueda ayudar al niño en su crecimiento!; Edward –No te vayas por esa ruta, por favor. Necesitamos hablar a solas –le dijo–. En privado, sin interrupciones. ¿Puedes cenar conmigo por la noche?, en otro lugar Ella dudó. –Necesitaría buscar una niñera, y además.... –Al ot
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