El Cairo, Egipto:Christian:—¿Y qué le respondiste?—Obvio que le dije que no.Ella me lanza una mirada de reproche, entonando sus ojos almendrados, y mirándome con mala cara.Me acerco despacio, rodeando su cintura, olisqueando su cuello, para llenarme de eses aroma exótico que parece siempre impregnar su piel.—¿ Qué querías que le dijera, hmm? ¿ Qué tengo una relación enteramente sexual, prohibida y pervertida con mi jefa?Ella gime, y yo, deslizó mi mano, con rapidez hacia abajo, subiendo el dobladillo de su falda, haciendo el elástico del panty a un lado, e introduciendo dos dedos en su caliente, húmedo y apretado coño.—¿ Querías que le dijera a mi madre, que en vez de aprovechar los recursos que ha conseguido, me la paso montando a una leona del desierto?Ella tensa si espalda, estirando el cuello, en lo que lamo su piel.—¿Que te meto los dedos en el coño y en el culo? ¿ Que te digo cochinadas, porque te excita?Solloza, agarrada del cuello de mi camisa, escondiendo su rostro
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