Como ya se lo habían propuesto, vivieron plenos el resto de sus vidas, hasta que cerca de los ochenta y tres años, Valeria fue víctima de cáncer de pulmón. Le consumía la vida, fue realmente rápido lo que avanzó y poco el tiempo en el que estuvo en cama. Pero el suficiente para terminar su misión en esta vida, solo le quedaba una sola cosa por hacer, solo una cosa y podría irse en paz. —Hija, necesito que llames a Ricardo. Debe estar en la bodega, piensa que no lo sé, pero cada que va ahí, lo hace para llorar, lo conozco tan bien. Dile que es importante —le dijo sonriendo, después de eso, ella salió y fue a buscarlo. Efectivamente, lo encontró con los ojos rojos y húmedos. Sin perder tiempo fueron hasta la habitación donde descansaba ella. Pasaron por la cocina, donde estaba la mayoría de la familia. Toda la familia, había estado muy al pendiente de ella, porque ya el médico les había indicado que no había nada que hacer, más que fuera feliz los últimos días. Llegaron hasta la cam
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