Esa mañana algo era diferente, no sólo se trataba de la comodidad de la cama y sus sábanas, había algo más. Pero sorprendentemente ese algo no le parecía extraño o molesto, todo lo contrario, era bastante agradable. Sintió un leve cosquilleó en la nariz que lo hizo sonreír en sueños y sólo se acercó más a aquella fuente de calor que tenía entre sus brazos. Soren no se preocupó, estaba disfrutando de aquel buen inicio de día. Mientras que Clarisse despertó sintiéndose verdaderamente bien, el tacto frío sobre su cuerpo era algo nuevo, pero no le incomodó. Sintió una respiración mansa acariciar su cabello, eso tampoco le pareció algo malo, de hecho, le gustó. Con suavidad se dio la vuelta para ver aquel rostro que en ese momento expresaba mucha paz. Sus facciones relajadas, sus largas pestañas oscuras de las que tuvo envidia, esos labios carnosos y su piel tersa. Rasgos que anteriormente no había notado meticulosamente, ahora estaban a unos cuantos centímetros de ella y le parecieron
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