Capítulo 60. Mentes brillantes.
— ¿Está ahí dentro? — pregunto a Verónica que me mira con unos ojos muy abiertos y con la boca entreabierta sin saber cómo modular para responderme. — Mujer, te acabo de preguntar algo. — Disculpe señora, el señor Amato está en su oficina pero no se encuentra solo. Están con él unos señores que no se ven muy amigables y — se acerca un poco más a mí para susurrarme en el oído — Señora, esos hombres tienen armas, las ví que llevaban en la cintura. ¡Mierda! Ya sabía que este hombre llamaría a la caballería pero creí que me enfrentaría cara a cara, al parecer solo era un cobarde. — Escúchame Verónica, te necesito alerta y muy concentrada. Quiero que les digas a todos en este piso que vayan saliendo lo más calmado posible y sin hacer barullo, no queremos que esos hombres salgan ¿Entendiste? Vayan afuera y quédense ahí, tengo gente que subirá a hacerse cargo. — Si señora, ¿Llamo a la policía? — pregunta y al negar yo con la cabeza sin apartar la mirada de sus ojos — Entiendo, como lo de
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