James se levantó de su asiento, se pasó las manos por el cabello, pues aunque necesitaba un corte le gustaba la forma que tenían las ondas doradas de su cabellos, se acomodó la chaqueta y se encaminó directamente al salón de té amarillo, una estancia serena, amigable y muy tranquila que tenía una espectacular vista que daba en dirección al jardín trasero, donde se podía observar la plantación de rosas blancas, las favoritas de Penélope. Al ingresar al salón una dama joven se colocó de pie al instante, su aspecto concordaba con la descripción de su carta, era visible que sí tenía veinte y cinco años de edad, vestía un vestido verde opaco, un sobretodo beige, un sombrero del mismo tono con una pluma blanca como tocado, guantes satinados y en sus manos un pequeño bolso de mano de colores tierra que hacía juego con toda su vestimenta, era de piel pálida, cabellos marrones y ojos alargados de igual tono, sus labios rosados y mejillas coloreadas, era una mujer con belleza promedio, no era d
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