Leo estaba como de costumbre con una botella de whisky en sus manos, el día anterior había ido a la empresa, pero no hizo que eso lo hiciera sentir mejor, al contrario, lo hizo sentir más miserable que nunca, pues no dejaba de pensar en Julia, y más por qué fue a la oficina en donde trabajaba el investigador privado Ángel Brown, solo que su secretaria le dijo que ya no estaba que se había ido del país.Leo se sintió una vez más solo, y no quiso seguir buscándola, él merecía estar solo y sin amor y más postrado en esa silla.—¡Cariño! Que bueno que te encuentro, pensé que te habías ido a la empresa —le dijo Soledad entrando a la habitación de Leo, para después correr las cortinas.—Deja todo cómo está, no te atrevas a moverlo —vociferó Leo con una su mirada puesta en la botella de whisky.—Está bien cariño, solo quería hablar hoy con más tranquilidad sobre nuestra boda, pues pienso que deberíamos seguir con lo planeado, a Victoria le hace falta una madre y yo estoy dispuesta a serlo —d
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