Nael tomó asiento junto a la lápida al notar que lo habían dejado sólo. Con un montón de sensaciones ardiendo dentro de su pecho, quería llorar, quería gritar. Nunca se cansaría de pedirle perdón a su hijo.—Dame fuerzas Namir, no quiero sentir miedo a que la historia se repita. Quiero disfrutar libremente está nueva etapa. Ésta vez quiero que todo sea diferente, hijo, quiero disfrutar de tu hermanito o hermanita desde el minuto cero, apreciar cada segundo de su crecimiento en la barriguita, quiero hablarle todas las noches, contarle historias sobre el desierto, sobre cómo los Mubarack seguimos siendo fuertes, a pesar de todo lo que hemos vivido, quiero decirle todos los días cuánto lo amo, que lo espero con ansias, así como. . . cómo debió ser contigo, mi pequeño hijo, mi pequeño Namir, demasiado grande para este mundo— Guardó un largo silencio— sé que lo hemos hablado muchas veces pero. . . Perdóname, siento que fui un mal padre para ti y esa sensación no me abandona nunca, todos lo
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