Dentro de mi oficina, siento las miradas cargadas de intriga, reclamo y recelo que me atinan mis amigas.—¿Qué? —cuestiono incómoda por el fastidioso escrutinio.—¡Escúpelo todo, Serena! —demanda Lilia—. ¿Qué sucede entre ese modelo y tú? Porque es obvio que algo se traen.¿Qué?Estallo en una sonora carcajada ante la locura de Lilia.—Tienes una gran imaginación, amiga. No tengo nada que ver con ese tonto. ¿No viste lo insoportable que es? —me defiendo rápido y con manos temblorosas.—No tienes nada que ver y le estás diciendo tonto e insoportable. No eres así con un extraño, Serena. ¿Qué te pasa? ¿Sabe Bratt acerca de él?¿Ah?—¿Qué tiene que ver Bratt con esto? —resoplo, fastidiada—. ¿Por qué tienes que mencionarlo siempre a él? Me tienes harta con el perro de Bratt, de veras.—Ese perro, como lo llamas, es tu esposo. Como tal, debes respetarlo.Ay, pero ¡qué fastidio!—No puedo contigo, de verdad. —Suspiro—. Lilia, mi matrimonio con Bratt es solo un negocio, nada más. En cuanto a
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