—¡Sandra! —Amanda me gritó, y di un respingo del susto.—Loca demente, no grites así, no estoy sorda —gruñí, volviendo a la realidad.—Te estamos hablando; desde que llegamos, estás rara —dijo Lilian, tomando un sorbo de su bebida. Estamos en la hora del almuerzo después de una jornada de trabajo, me siento cansada y mi cuerpo adolorido no me ayuda para nada.Desde que salí del apartamento, he estado pensativa. Estaba más concentrada en el trabajo porque Eduard no está en la empresa. No sé dónde estará, ni siquiera me dijo si se encuentra de viaje o sigue en la ciudad.Pero lo que me tiene distraída es el asunto de mi padre, o más bien, el mensaje que me envió Alicia. Aunque no sé cómo tuvo ese descaro, sabe perfectamente que no me llevo bien con su familia. Ella y su hermano me arrebataron el cariño de mi padre, o creo que nunca hubo afecto.—Chicas, necesito un consejo —comenté, captando la atención de ambas, las cuales metían un bocado de comida en su boca, y yo ni siquiera había pr
Leer más