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Malo por bueno.
Narrador.Al día siguiente:Era fin de semana nuevamente e Ignacia esperaba con ansias a su padre para qué dialogara con Iván, ya que no quiso desayunar y cuando tocaron la puerta salió prácticamente corriendo para abrir suponiendo que era Gregorio o Luisa quienes tocaban, incluso vestida con una pequeñita bata de tela fina, ni siquiera se la cambió suponiendo que eran ellos.—Sebastián…, —nombró en un hilillo de voz. Estaba incrédula.Sebastián barrió con esos ojos escudriñadores u cuerpo de arriba abajo y se detuvo en la marca que vio en su cuello.—No me equivoco cuando digo que eres una zorra, mira la marca que te ha dejado el viejo con el cual te arrastra— manifestó furioso, Ignacia, impulsada por el valor que últimamente tiene, le respondió con una bofetada. Sin saber cómo o porque, su mente imaginó que recibiría el mismo castigo que recibió por parte de Matías, Pero eso solamente quedó en una mera ilusión de su cabeza porque Sebastián levantó la mano para abofetearla de la mis
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Furiosa con don diablo.
Narra Ignacia.Me sentía muy ridícula dentro de esta tienda exclusiva a la cual nunca antes había podido entrar. Bueno me gustaba lo costoso, pero ahora, gastar tanto dinero en un par de zapatillas y un vestido no me parece tan interesante, sabiendo que con eso puedo mantener a mis hijos y pagar la casa durante un mes y medio.A pesar de que antes tenía una buena economía, igual no era tan absorbente para poder venir a un lugar como este. Con este hombre estoy viendo cosas que no he vivido, y me asusta tanto, porque me hace preguntarme de dónde sale todo el dinero para costear tantos lujos y no quiero ni imaginar.—¡WOW! — Luisa no dejaba de crear ese sonido de asombro, y yo reía de su impresión. No se trata de que no me sienta del mismo modo, solo que ya estas cosas no me llenan como antes.—Ina, lugares como este me hacen sentir que soy miserablemente pobre, y que si no fuera por lo intrusa y metiche que soy no pudiera ver nunca toda esta grandeza…, a ese don John le gusta lo bueno
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Típico narcisista.
Narra Ignacia.Supuse que Daniel estaría esperando por mí fuera del coche, como siempre lo hacía; sin embargo, no encontré a nadie, únicamente vi cuatro camionetas negras muy lujosas estacionadas justo en la entrada del edificio en el que vivo. Aunque me parece que se trata de don John igual decidí no acercarme.«Cuánta extravagancia» pensé chistosa, pues me parece un acto exagerado que haya venido en tantos vehículos si al final su trasero usará únicamente un asiento. Una vez más, al igual que el día en que me divorcié de Sebastián, empecé a sentir la extraña sensación de que me estaban observando y una no grata sensación se apoderó de mi cuerpo haciéndome sentir un calambre incómodo, y esos únicamente me pasa cuando estoy demasiado exaltada.Me dispuse a mirar los alrededores para investigar. Entonces me quedé pasmada cuando vi qué se trataba de don John, quien está parado justo detrás de mí, pegado a la pared de la entrada y no sé cómo le pasé por el lado sin ni siquiera verlo, "e
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La sorpresa del perverso.
Narrador.—Y yo juro que tu cuerpo es lo que más me pone loco; tienes unas tetas hermosísimas — esto fue lo que susurró Matías perdido en esa excitación salvaje que le causa Ignacia.Pero ella, aunque deseaba negarse a sí misma, que aquella actitud feroz de Matías cómo animal descontrolado, le excitaba muchísimo. A pesar de que se quería mentir convenciéndose de que lo único que él debe causar es incomodidad por ser tratada de ese modo, y bochorno porque Daniel iba justo con ello y si volteaba a ver por el retrovisor tendría una vista perfecta de todo.Matías también odiaba la idea de que Daniel girara a ver, pero sabía que no se atrevería a faltar a su orden. Por tal razón estaba dejando que lo gobernara más el instinto que la razón y lo que avivó su enfado mezclado con la excitación fue que Ignacia le dijera que él no tiene corazón lo hizo cabrearse más, de lo que ya está, y que se le endurecieran los pezones fue el detonante de la provocación.—No conoces el respeto, animal—farfu
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 Parte de la venganza.
Narrador.El corazón de Ignacia se apretó y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin ni siquiera ser capaz de ver como Sebastián avanzaba con esa mujer del brazo vestida de novia, justamente como ella una vez lo pidió.—Yo pedía justo una boda como esta; se burlan de mí, tú también lo haces, me trajiste aquí sabiendo quien es ese hombre—le reclamaba ella con los ojos llenos de lágrimas.Y Matías, aunque supuso que disfrutaría demasiado verla sufrir y alguna manera sus lágrimas calaron muy dentro de él. «Esto es parte de mi venganza, debo disfrutar, verla de este modo, ella no se conmovió por mí, ni siquiera fue capaz de pensar que ha sido de mi vida en todo este tiempo, simplemente me jodió y siguió adelante como debo hacerlo yo» se convencía a sí mismo de que no debía sentir culpa.—Yo te hago un favor al traerte aquí, porque de lo contrario ibas a ser la amante del hombre que una vez fue tu esposo; supones que yo no sé qué ibas a dejarme para estar con él—. Eso lo decl
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 Como murió mi inocencia.
Matías.¿Puede doler de la misma manera ser rechazado dos veces?, para esa pregunta tengo la respuesta y es: "Sí" incluso el segundo rechazo duele mucho más que el primero.Mi capricho no sabe quién soy, sé que sí lo supiera mucho más rápido volverá a rechazarme por tercera vez, puesto que estoy seguro de que ante sus ojos no soy más qué aquel chico naco que le causa asco.La odio con tanta intensidad que no creía que se era capaz de sentir tal desprecio por alguien, pero al mismo tiempo la amo de una manera enferma que por momentos me aterra a mí mismo saber que una misma persona puede provocar esos dos sentimientos tan distintos. Destructivos de igual manera, pero no puede existir uno sin el otro, justo como nosotros dos.Sin su existencia la mía pierde sentido, su dolor reconforta mi alma podrida. Se dice que del odio nace el amor, conmigo fue distinto, yo primero la amé como un loco empedernido, tan intenso era mi amor por ella que estaba dispuesto a dar mi alma. Si Ignacia me h
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Morra mañosa.
Narrador.Ignacia sintió que estaba siendo movida en el aire; sensación que le pareció extraña, pues no había estado en brazos de nadie desde que era una niña y tampoco recuerda que alguna vez su madre la haya cargado. Por lo que abrió los ojos alejándose de ella el sueño que sentía y cuando logró abrir bien los ojos vio como Matías la llevaba.—¡Bájame! — reaccionó gritando, aunque, cagándose encima, no conocía esa habitación y no sabía en dónde estaba en realidad. Él la quiso sacudir para que se calmara, ya que empezó a removerse entre sus brazos de manera violenta y desmedida, al punto de casi caerse y la herida en su brazo le dolía muchísimo ya de por sí ahora con ella, lastimándole era peor.—Tranquila morra— él le gritó con un tono tan alto que ella se quedó tranquila con el corazón martillándole a un punto que creyó que se le saldría por la boca.—¿Dónde estoy?, ¿por qué no me llevaste a mi casa? — cuestionaba ella mientras él la bajaba, entonces al doblarse la pistola se le
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Como león al acecho.
Narrador.En cambio, él sabía lo que causaba en ella y por esa razón era que le hablaba de esa manera. No era tonto, tenía cada paso ya calculado, solo que no pensó que duraría tanto la espera para la boda, puesto que ya no tendría que restringirse.Cuando Matías se acercó sus labios; ella dejó de respirar impidiéndole a Matías llenar sus fosas nasales de su olor, ya se le estaba haciendo costumbre inhalar el aliento de su capricho. Con parsimonia pasó sus labios por la mejilla que estaban teñidas de un rosa intenso y estando cerca de sus oídos le susurro: —Me gustaría entrar en ti... —su aliento estaba caliente, y más la fiebre que le estaba subiendo en ese momento. — Profundo y violento, para poder sentir tu vagina húmeda apretando a mi alrededor.Ella sintió como cada partícula de su imaginación se dispararon sin poder limitarse, sintió físicamente todo lo que le estaba diciendo con palabras.«Esto es una locura, no puedo dejar que haga lo que se le venga en gana conmigo» se acon
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Entre el placer y la incomodidad.
Narrador.De repente ella creyó que ya todo había pasado simplemente en ese raro beso, aunque claro encrespó todos sus vellos, no significa que gritó por él. No obstante, había sacado muy rápido sus conclusiones porque no vio llegar que Matías se agachó delante de ella, alzó la falda molesta de su vestido y metió la cara entre sus piernas.—No detente, por favor— perdió la valentía que tenía hace poco, pero él ni caso, sino que tomó una orilla de su ropa interior y sin preámbulos le pasó la lengua.—Oh, esto no está bien, yo…, — de repente el pudor se adueñó de ella; le costaba olvidar que es una mujer libre, y aunque nunca había conocido ese sentimiento en estos momentos sí, pero Matías con sus movimientos circulares de lengua arrastró su sentir como agua quita toda suciedad.— Este es mi placer— susurró él sin que ella lo entendiera y sin alejar sus labios de su vagina, ella se encontraba inestable y bastante incómoda al no encontrar de donde agarrarse, solo estaba él ahí como un
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 Oliendo a él.
Matías.Me sentía mal, no solo por ella o por dejarla ir, sino que mi salud no estaba bien, de modo que cuando la vi salir llamé a Tobías y este me respondió de mala gana. Sé que aborrece a mi morra, no está conforme con lo que hago, y a todas estas tampoco le di la oportunidad de celebrar junto a mí su buen logro, hizo un trabajo excepcional, la entrega estuvo a tiempo y completa.Me pasé la mano por la cabeza y miré hacia la cama, no suelo acostarme por cualquier cosa, pero el frío, y las ganas de dormir me tenían agobiado, de modo que me acerqué y me permití descansar, acostándome boca arriba sin quitarme la ropa ni nada. —¡Hijo…, Dios bendito!, mira lo que provoca esa mujer— escuchaba a mi madre, pero simplemente no quería abrir los ojos y escucharla, parlotear sobre lo mal que me hace mi capricho, todos incluso mi padre esta negado a que ella viva a mi lado, pero no me van a hacer cambiar de opinión.—Madre deja de tocarme, vete a hacerle la vida imposible a Patricia—, le quité
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