La sala se sumió en un silencio profundo cuando las cuatro mujeres entraron en la estancia. Sin embargo las expresiones de cada rostro hablaba más que las palabras. Noah y David no entendían nada. Fernando tenía una expresión de desasosiego y Bibiana, Bianca, Valeria ya no sabía como se llamaba la mujer a la que había llamado madre durante tantos años, ardía de furia. Furia cruda y pura. —¿Cómo estás, hermana? —fueron las palabras de quien Valeria suponía era su madre—. Por lo que puedo apreciar, bastante bien. No sé como puedes dormir por las noches. La conciencia no debe dejarte tranquila. Aunque imagino que en alguien sin alma como tú, eso no debe ser problema alguno.—Te hice un favor. Eres una criminal muy peligrosa. Mataste a un hombre. Mejor en un psiquiátrico que en la cárcel. O quizás no debía ser tan benévola y dejar que te hubieran puesto la inyección letal. Así estarías bajo tierra y no dando lata.—Te aplaudo —Y para confirmar Bianca hizo el gesto con las manos— ¿Quieres
Leer más