Sentí algo extraño, suave y cómodo, me moví de un lado a otro y de pronto los rayos de sol pegaron en mi rostro, abrí los ojos y un dolor de cabeza me golpeó con fuerza, tuve unas inmensas ganas de vomitar, miré alrededor y vi que estaba en una habitación, no entendí nada, pero me levanté a abrir una de las puertas y para mi suerte era un baño, apenas si llegué para vomitar, después de sacar todo, me sentí débil, temblorosa y sobre todo asustada, no sabía dónde me encontraba, recordaba que había visto la noticia de Jacob y luego fui a un bar a emborracharme, miré mi ropa y estaba intacta, pensé que también había cometido una estupidez o peor aún, me habían secuestrado, aunque este lugar se veía muy elegante para estar secuestrada, me lave el rostro y la boca, salí del baño y fui por mi bolsa, verifiqué que todas mis cosas estuvieran ahí, fue cuando alguien entró al dormitorio, me di la vuelta y ví a una mujer joven con uniforme. –Buenos días, señorita –saludó –. Me alegro que ya haya
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