–¡Rebecca! Abrí los ojos y me encontré con mi madre que me estaba moviendo con su mano, me levanté y sentí el frío de la mañana. –Mamá, ¿qué hora es? –Son las seis –respondió –. ¿Qué haces aquí? –Ah, no lo sé –bostecé –. Debí quedarme dormida aquí al llegar. –¿A qué hora regresaste? –Tampoco lo sé. –Cariño, se supone que tendrías un mejor trabajo, pasas todo el día fuera de casa, esto es… Empecé a escuchar los reclamos de mamá sobre lo importante que es estar en casa con los niños, dedicarles tiempo y el trabajo importante de una mujer como madre, mezclaba las palabras entre italiano y castellano, este trabajo ocupaba la mayor parte de mi día y muchas veces la noche, si fuera millonaria y tuviera nada más de que preocuparme en la vida, les daría todo el tiempo del mundo a mis hijos, ella es quien los a estado cuidando la mayor parte del tiempo así que prefiero escucharla y no contradecirla. –Se supone que sería una mejor oportunidad. –Es una mejor oportunidad, mamá –debatí e
El domingo tuve que estar corriendo con los niños para que pudiéramos estar a tiempo para el almuerzo con los Montaner. Alice no quería usar vestido, tuve que amenazarla con quitarle el teléfono por una semana, siempre funcionaba ese castigo, solo se lo he aplicado un par de veces. Angelo no quería bañarse, dijo que lo había hecho toda la semana, al final lo convencí con un plato de pastel, tuve a arreglarme, esa fue la peor parte, no sabía cómo debería ir vestida, se supone que iba a ser un almuerzo, entendí que solo éramos nosotros, pero ahora no estaba muy segura porque se supone que debería ir con una ropa sencilla como jeans y blusa informal para tener más comodidad o un vestido, me probé varias prendas hasta que recordé que le había dicho a Alice que usará vestido, así que me terminé colocando uno con estampado color menta, y es que no le había pedido a Alice que usará vestido por etiqueta, lo que realmente sucedía es que sus jeans parecían haber salido de una trituradora, ten
Jacob…Que soy idiota, eso ya lo sé. Qué no se discute con tu mujer, eso también lo sé y precisamente ese es el motivo por él que terminé afuera de la casa. Estaba por irme a mi apartamento del centro cuando vi un auto del otro lado de la calle, no era de ninguno de los vecinos, ya de tener un tiempo de vivir aquí aprendes a conocerlos. Salí de mi auto y lo miré, tenía todo apagado, empecé a caminar hacía él cuando se encendió, las luces también lo hicieron y salió de prisa. Intenté apresurarme a ver las placas o algo, pero se fue demasiado rápido, ¿qué carajos había sido eso? Miré alrededor y me dí cuenta que no había nadie más, esto era una locura, entre a la casa y fui a ver las cámaras de seguridad, había mandado a instalar algunas alrededor de la casa cuando nos mudamos aquí, era una calle segura así que no ví la necesidad de contratar seguridad, todos los vecinos eran tranquilos aunque algo ruidosos, pero te acostumbras con el tiempo. Ahí estaba el auto, no entiendo como n
Rebecca…Después de que Jacob me dijo sobre el auto, empecé a sentirme un poco paranoica, tenía miedo por mis hijos, terminamos hablando con todos por seguridad y cambiamos algunas cosas, ahora los niños iban acompañados por el chofer hasta el instituto y regresaban a casa, no podían salir a ningún lado sin permiso, Jacob les instaló un programa en su celular para saber dónde estaban todo el tiempo, les explicó que era por su seguridad y que no era para invadir su privacidad, había tres hombres en la casa que se turnaban para cuidar, si uno de nosotros quería salir, se iría acompañado por uno de ellos. El jefe de seguridad de Jacob dijo que haría lo posible por saber quien era la persona que estaba detrás de esos acosos, pensó que podría tratarse de algún paparazzi y quería exponer algún escándalo sobre nosotros, eso me puso nerviosa al recordar mi antiguo empleo, si se enteraban que había sido meretriz, podría afectar la reputación de Jacob, pero él me dijo que no me preocupará, que
Rebecca Lowe. Mis manos están frias y temblorosas, siento el corazón acelerado, las personas pasan a mi alrededor y no me miran, las puertas abiertas y las enormes letras del restaurante están frente a mí, pero no he dado un paso, debo entrar si quiero saber la verdad.El día de ayer mi esposo creyó que estaba dormida y lo escuché hablar con alguien, una mujer posiblemente, muy cariñoso diciendo que se verían aquí, no sé si lo hizo a propósito para que yo supiera la verdad de su engaño. Intenté pensar que solo era un sueño, que no era cierto, que Brendan no podía hacerme esto, pero conforme veía el tiempo acercarse la curiosidad me ganó y aquí estoy. Una pareja entra al restaurante, me asuste porque creí que era Brendan, no lo es. Respiré de nuevo y ví el elegante restaurante, con el dinero que me da apenas si alcanza para tomar una sopa con los niños. Finalmente me armé de valor y crucé la puertas. –¿Para cuántas personas? –me pregunta el mesero. –Solo yo –respondí, ví a Brendan
Cuatro años después...–¡Angelo! ¡Es tarde, cariño! –No me digas cariño –gruñó mi niño de ocho años cuando llegó a la mesa, aunque dijera que le molestaba que lo llamará de esa forma sabía que no era así, a él le fascinaba tanto como su masaje de espalda antes de dormir. Lo ví bajar con su uniforme azul para ir al colegio. –Espera –lo detuve. Le intente acomodar un cabello mal puesto y se quejó. –¡Mamá! –Bien, no te toco –levanté las manos, mi madre Beatrice Mancini dijo algo en italiano desde el sofá –. Sí mamá –hablé y luego me dirigí a Angelo –. ¿Dónde está tu hermana? –Ya viene. Le tenía ya su desayuno preparado cuando Alice venía bajando las escaleras, casi me da algo cuando vi lo que le había hecho al uniforme, la falda la tenía enrollada hasta los muslos, los botones de la blusa abiertos y las mangas arremangadas. –¿Qué es eso? –señalé. –El uniforme, mamá –respondió ella. –¿Y acaso hay una obra sobre el fin del mundo en tu colegio? ¿Qué se supone que eres? ¿La última
–Necesitas una mujer.–Lo que necesito es una nueva estrategia –reclamé.Me sentí irritado por la última entrevista, había sido un fracaso total, eso era una desventaja si quería ganar la campaña electoral para gobernador; el entrevistador conoce mis puntos debiles. Le encanta el escándalo, es su mejor herramienta para minizar a su objetivo y volverse más famoso, mi jefe de campaña me propuso ir a la entrevista, sin ninguna advertencia a lo que me estaba enfrentando.–¿A dónde vamos? –pregunté al darme cuenta que íbamos en otra dirección.–Te lo dije necesitas una mujer y te la voy a conseguir –respondió Benjamín.Él le había dado las indicaciones al chófer hacía donde dirigirse.–Quiero ir a casa y pensar en una nueva estrategia.–Ahora lo único que puedes hacer es disfrutar de una buena chica.Ben era un imbécil, eso todos lo sabían, ya nos habiamos desviado de la dirección a dónde íbamos, así que decidí seguirle la tontería de la meretriz y luego me iría. No había necesidad de ir a
Mamá ya estaba en la cocina cuando regrese después de dejar a los chicos. –Deberías estar descansando –le indiqué al entrar –. Deja eso ahí, los niños están en el colegio, aprovechemos a dormir un poco. –No estarías cansada si no tuvieras ese trabajo indecente. –Mamá ya hablamos de eso. Ella sabía la verdad, tenía que saberlo porque era quien se quedaba a cargo de los chicos mientras yo iba a trabajar por la noche, afortunadamente ya mis hijos eran lo suficientemente grandes como para pedir dormir con su madre y apenas si se levantaban por un vaso de agua. –Tienes que dejar ese trabajo, hija, es suficiente. –Lo voy a hacer, ya lo sabes, esto es solo temporal –respondí. –Eso dijiste hace más de tres años. –Gracias a ese trabajo tenemos una casa y comida en la mesa –le señalé –. Cuando alguien me contrate sin tener un título universitario, lo aceptaré con gusto. –Sé que no te pude dar estudios –dijo dolida –. Pero te criamos mejor que esto. La tomé de las manos y la miré a los