Calista No supe qué decir, enmudecí y lo único pude hacer fue abrazarme más a su cuerpo. Con cada cosa que descubría de él más iba comprendiendo por qué era de aquel modo, tan indiferente con todo lo que le rodeaba, el por qué nada parecía dañarlo.—¿Nadie celebra navidad en esta casa? —No, mi abuelo lo prohibió a raíz de eso. Antes de que eso ocurriera solían dar grandes fiestas, poco recuerdo de ello pero siempre había bastante gente vistiendo en sus mejores galas. Tantos platillos de diferentes culturas que no podrías imaginar, las decoraciones eran tan extravagantes y todo era tan emotivo. Mi padre solía darme grandes regalos, me llenaba de ellos, solía recordarme lo importante que era para él y lo importante que sería en aquella familia —inhaló aire, contenido la amargura que seguramente le traían aquellos recuerdos —. Suelo ser duro con mi madre, pero ella en verdad se merece ese trato, Calista. El día en que él murió, ese día descubrió que Egan no era Egan hijo y que... —soltó
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