40. Tú eres quien me llena a mí de mariposas.
Ella lo tenía loco con cada uno de sus gemidos, de sus gestos, de su entrega, simplemente hermosa e impaciente.— No me detendré…—murmuró Enrico bajando con su boca hasta el su valle de Venus, dónde no tardó en abrir sus pliegues y probar su sabor.El italiano recorrió con destreza su sexo, jugando con su lengua, hasta llegar a su botoncito, el cual tomo entre sus labios, succionándolo de manera suave, dejando a sus manos, vagando por su cuerpo, hasta llegar a sus senos, hasta sus pezones, pequeños botones rosados, los cuales tomo entre los dedos, acariciándolos, jugando con ellos. —Ahhh— Danielle no pudo contener el gemido que escapó de sus labios en el momento en que sintió esa lengua entre sus piernas, se arqueó llevando una mano al cabello de Enrico sin apretar pero manteniéndolo allí. Sus gemidos llenan la habitación de la cabaña y es que nunca había experimentado algo como eso, esa habilidad que tenía para estimularla con la lengua.La entrepierna de Enrico dolía de excitación,
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