Todos los capítulos de Dividida entre dos amores: El secreto de la mariposa azul.: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. Aquí estoy.
Para Gregory fue difícil alejarse de ella tras lo ocurrido en el auto, por un lado, maldecía a sus escoltas por haberlos interrumpido, por otro estaba agradecido porque así ella tendría un buen recuerdo de su primera vez, sin duda, después de cómo se lo pidió, ya no pensaba en nada y la habría tomado allí mismo.Emprendió el viaje hasta el puerto, porque era allí donde tenía claro que la llevaría, ambos irían a navegar y se conocerían un poco más, era su futura esposa, no una conquista cualquiera, podía esperar unas horas más.— Perdona que no cumpla con llevarte a la playa, pero espero que te guste navegar y tomar el sol desde la cubierta de un yate este fin de semana.Danielle estaba sorprendida cuando en lugar de encontrarse la playa llegaron hasta el puerto y Gregory la llevó a su barco.— ¿Estás muy acostumbrado a impresionar a las chicas así?—Preguntó tomando su mano para caminar con él hasta el otro lado de la pasarela que unía el barco con el muelle.Justo cuando llegaron a la
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32. Te llaman.
Ni siquiera sabía cómo había hecho para estar de cara, cuando se había girado, pero ahí estaba atrayéndolo mientras saboreaba sus labios¿Era posible cansarse de besar a alguien? Porque ella no lo creía posible en ese instante hasta que le respondió.— ¿Una amiga cómo yo?—Preguntó deslizando la mano por su espalda mientras lo observaba con sus enormes ojos verdes, atenta a su respuesta, por supuesto que no, le dijo una voz interna, esa que no dejaba de gritarle que parara. Tú eres una nueva conquista, solo eso.— ¿Son muchas?—Preguntó de repente, sabía que no era el tipo de pregunta que se le debía hacer a un hombre en esa situación y menos cuando a penas lo estabas conociendo, pero algo le decía que ese hombre era suyo y que tenía todo el derecho a hacer ese tipo de preguntas.Esa mujer… ¿Cómo podía, preguntarle ese tipo de cosas? Peor aún, ¿Por qué él no se enojaba como con todas las que preguntan ese tipo de cosas?Soltó un suspiro atrapando su rostro entre sus manos, dejando un suav
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33. Solo no tardes mucho.
Danielle se acercó por la espalda de Gregory para abrazarlo mientras le besaba los hombros. Le acariciaba delicadamente los pectorales y el abdomen, era muy difícil despegarse de él, el magnetismo que sus cuerpos ejercían se volvía imposible de resistir.— Deberías enseñarme a conducir esta cosa para volver.—Pasó una copa frente a él, había encontrado un buen champán francés frío en el refrigerador y esa era una muy buena ocasión para descorcharlo — Luego podemos pedir que nos traigan sushi y comerlo juntos en el camarote.Gregory tomó la copa y se dio la vuelta, para atraparla entre sus brazos, estrechándola contra su cuerpo en un intento de tenerla aún más cerca.— Te enseñaré a manejarlo. —Murmuró para luego besarla, deleitándose con el sabor y rice de sus labios, separándose solo para beber de golpe la copa, dejándola a un lado. — Anda mi sirena, vamos a enseñarte a conducir este bote. — Le susurró al oído, mordiendo el lóbulo izquierdo de su oreja. — Después pediremos, lo que gus
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34. Te necesito.
— ¿Edward, dime cómo podemos frenar esto? — El abogado de Dumas, transportation corp, tomó los papeles que Enrico había dejado de manera descuidada en su escritorio, eran las demandas del sindicato de choferes de la empresa.— No pueden irse a huelga, no con todas las órdenes de transporte que tenemos en este momento.— Yo me encargaré de que esto no pase.— No tienes de otra, a menos que desees desempolvar tu currículum porque dejaré de prescindir de los servicios de tu bufete.Por supuesto que esa opción no era la que Edward Bowen aceptaría, él era uno de los mejores abogados corporativos y jamás fue despedido. Él fue quien prescindió de trabajar con alguien, y perder a un cliente como Dumas transportation corp, era sin duda inaceptable.Salió de la oficina sabiendo lo que tenía que hacer, cómo moverse, sobre todo con quién hablar o mejor dicho, a quién presionar.— Sí que has metido a Edward en un buen aprieto. Enrico no respondió, no tenía caso responder algo que era más que clar
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35. Tengo que enseñarte modales.
El toque de sus dedos lo estremecía por completo, esas caricias en su piel, esa necesidad de sentirlo más allá de todo lo permisible, era tan moldeable en sus dedos. El Adrien que todos conocían no tenía nada que ver con lo que se convertía en sus manos.Edward se alejó un momento solo para sacar un par de esposas y sujetar las muñecas de su joven amante por encima de su cabeza, amarrándolas al cabezal de la cama.— Tengo que enseñarte modales, cariño.— No… Edward necesitó tocarte.Y aunque se quejó, no pudo evitar hacer lo que el abogado le pedía, llevando las manos sobre su cabeza mientras intentaba provocarlo con el roce incesante de sus caderas.—Me castigas por morirme por ti… Por no poder soportar cuando oigo a alguien más en tu departamento a través de las paredes, lo que hace que mi cabeza imagine sin parar cosas que me vuelven loco.— Te castigo por no confiar en mí.Se dedicó a bajar por su cuerpo, por su piel, a erizar cada centímetro de su piel con sus labios, mordiendo,
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36. ¿Lo harías, romperías esa pared que nos separa?
— Soy celoso de mi privacidad, pero soy más celoso de ti, además mi amigo sabe quién eres, y si fuera alguien del trabajo sabe que tengo un protegido, es normal que entres a mi casa, por la noche.Mencionó besándolo y dejando marcas en su cuello.— Aunque todavía no estoy preparado, para dar a conocer que estoy contigo.Reconoció viéndolo a los ojos, moviéndose una vez más, gruñendo al sentir la estrechez de su interior.— ¿Se verá tan normal que entre y me meta en tu cama?Gimió con fuerza en su boca al sentirlo nuevamente, enterrarse en él y se empujó contra él en busca de más.— Nadie sabría que es mi cama, no es como si todo mundo supiera cuál es mi cuarto. ¿Quieres que rompa esa pared que separa nuestros apartamentos?Le preguntó, esta vez, volviendo a besarlo, junto al vaivén de sus cuerpos, uniéndose.— ¿Lo harías, romperías esa pared que nos separa?Preguntó aprovechando que lo tenía rodeado con las piernas para hacer fuerza y rodar con él dejándolo bajo su cuerpo.— Si romper
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37. No iremos a casa.
Casi se echa a llorar tras Enrico salir de la oficina, el miedo recorría su cuerpo, como veneno por sus venas. Desde que se había comprometido con Enrico ella había empezado a cambiar, ahora era consciente de que no era única, mucho menos especial, toda su arrogancia se había desaparecido poco a poco, era como si estuviera despertando a un nuevo mundo. Al mundo de Enrico. No era que fuera abusada o maltratada por su futuro esposo, pero no por eso el miedo que sentía recorrer en su cuerpo era infundado. No, todo lo contrario, su instinto de supervivencia parecía indicarle que empezará a moverse en dirección contraria, lejos de Enrico y lo que significaba ser la señora Dumas. Reprimió las lágrimas, no lloraría ni se alejaría, ella misma se había ofrecido como tributo en el juego de su padre. Huir podría ser una buena opción, si tuviera los recursos para hacerlo, en esos momentos no tenía más dinero que el primer mendigo que se encontrará en la calle. Lo único que tenía a su favor era su
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38. Danielle voy a entrar.
Gregory debía de acatar sus órdenes, que tan difícil le resultaba hacerlo, ese hijo suyo le provocaba dolor de cabeza.¿Cómo confiar en que haría lo correcto?Si hacía el tipo de cosas que siempre lo tenían en el punto de mira. A su edad él ya tenía noción de que era lo que deseaba en la vida y lo que Enrico a esa edad codiciaba era sobrepasar a su padre y lo hizo, levantó la pequeña empresa de su padre de transporte y la convirtió en algo más.Por eso ahora era así de inflexible con su hijo. En el fondo sabía que lo que sentía en esos momentos era como una especie de envidia lo que sentía por Gregory. Envidia por su juventud y la libertad que disfrutaba, irónicamente él le había obsequiado esa libertad. ¿Por qué no hizo lo que su padre hizo?Porque en el fondo él hubiera deseado que su padre le hubiera dado la oportunidad de decidir qué hacer con su vida. Pero sin darse cuenta al hacer todo lo contrario a lo que su padre hizo, derivó al distanciamiento entre Gregory y él.Hablando d
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39. ¿Y si fuera virgen?
Enrico se dejó arrastrar bajo la ducha, el agua que recorría su cuerpo apenas y podía sentirla, lo único que importaba era esa joven que por fin tenía entre sus brazos.— Estaba con un chico…— confesó Danielle mientras terminaba de despojarlo de su camisa y el agua les caía encima — pero tuve que escapar, porque no puedo comprometerme con alguien sabiendo que usted existe.— No me importa con quién estuviste, lo que me importa es lo que deseas Danielle. —Pese a sentir el veneno de los celos, no podía enojarse. ¿Qué derecho tenía él para enojarse con la joven? No tenía ninguno. Ella era libre, en todo caso él tenía que pedirle perdón, por no poder pararse y querer avanzar y eso hizo, tras hacer su pregunta llevo los labios por la delicada mandíbula de la joven hasta su cuello besándolo, saboreando su piel húmeda.— Dímelo Danielle, mi hermosa mariposa azul, ¿Qué es lo que deseas realmente?No lo sabía, no sabía que deseaba, lo único que tenía claro era que estaba donde y con quién querí
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40. Tú eres quien me llena a mí de mariposas.
Ella lo tenía loco con cada uno de sus gemidos, de sus gestos, de su entrega, simplemente hermosa e impaciente.— No me detendré…—murmuró Enrico bajando con su boca hasta el su valle de Venus, dónde no tardó en abrir sus pliegues y probar su sabor.El italiano recorrió con destreza su sexo, jugando con su lengua, hasta llegar a su botoncito, el cual tomo entre sus labios, succionándolo de manera suave, dejando a sus manos, vagando por su cuerpo, hasta llegar a sus senos, hasta sus pezones, pequeños botones rosados, los cuales tomo entre los dedos, acariciándolos, jugando con ellos. —Ahhh— Danielle no pudo contener el gemido que escapó de sus labios en el momento en que sintió esa lengua entre sus piernas, se arqueó llevando una mano al cabello de Enrico sin apretar pero manteniéndolo allí. Sus gemidos llenan la habitación de la cabaña y es que nunca había experimentado algo como eso, esa habilidad que tenía para estimularla con la lengua.La entrepierna de Enrico dolía de excitación,
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