Ablisbeth comenzó a desempacar las maletas en cuanto llegaron al hotel, por más que Sebastián insistió en que, podía dejarlo para después o que, no era necesario que ella misma lo hiciera.Tener tanto dinero, les permitía contratar cuantas muchachas les pareciera para que se encargara de las labores domésticas y de servirles.Sin embargo, todo indicaba que, su esposa no estaba dispuesta a eso ni a compartir aquel apartamento de hotel con una extraña más.Era como si ella, fuera algún tipo de huraña o asocial y mucho se temía que, aquello tenía relación con la pesadilla que tuvo la noche pasada.Caminó hasta la cocina para buscar a ver sí, había algo que comer, en especial dulce.Seguro que, si le daba algún tipo de chocolate o pastel a Ablisbeth, esta se olvidaría del resto por degustar un rico postre.Las mujeres solían amar esas cosas.Sin embargo, al abrir la refrigeradora, no encontró más que frutas, carnes, leche, huevos, tocinos, jugos y agua.No había allí, ni un solo postre, n
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