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Todos los capítulos de Una madre por contrato : Capítulo 91 - Capítulo 100
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91. Te juro que la mato.
Genaro observaba a Eva moviéndose por toda la habitación en busca de lo que él le había pedido y aprovechó que Lupe estaba inconsciente para asegurarse de que no escaparan cuando ella despertara, porque si algo tenía claro, era que su ex nunca iba a abandonar a su amiga.Genaro se sacó el cinturón y ató las muñecas de Lupe contra el radiador, asegurándose de que no pudiera escapar, ganándose una mirada de desaprobación de Eva.—Ten toma, es todo lo que hay, no hay más, todo el licor, ha sido recogido por los de la limpieza— le mencionó estirando su mano y casi aventándole la botella.— Si escapas o intentan cualquier cosa, te juro que la mato — aseguró él observando a Eva mientras tomaba la botella que esta le dio.Genaro abrió la botella que tenía el corcho casi sacado y se la llevó a la boca bebiendo un buen sorbo de vino para luego observar a esa mujer con expresión hambrienta, estaba más rica que antes la condenada— Te sienta bien la buena vida Eva— aseguró Genaro mientras camina
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92. Si vieras lo hermosa que te ves…
— ¿Dónde está Eva?— preguntó el francés nada más abrir la puerta del despacho de su amigo.— Se fue a su asociación ¿Por qué?— preguntó Jeremy algo confundido y a la vez asustado al ver como se expresaba su amigo.—¡Llámala, ahora!— Exigió Diddier quien sacaba también su teléfono móvil para llamar a Lupe, quien le dijo que pasaría el día con su amiga y visitando a los niños.Ninguna de las dos respondió a las llamadas, pero lo que ya puso del todo nerviosos a Jeremy y Diddier fue el hecho de que los dos guardaespaldas que le había puesto a su esposa tampoco respondieron a su llamada.— ¡Vamos!— dijo Jeremy nervioso saliendo a toda prisa de la oficina, seguido por Diddier.Justo cuando ya estaban de camino recibieron la llamada del hombre al que Diddier había contratado, la cual el abogado puso en manos libres.— Si consigues que ese hombre no haga daño a las mujeres, te pagaré el doble de lo que sea que se haya pactado— Respondió Jeremy, no le importaba gastar una fortuna si podía ase
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93. Está bien chico, puedes marcharte .
Aquella tarde llegaron dos cadáveres a la morgue y el doctor Miller no había regresado todavía, Morgan, el becario, se extrañó mucho porque en el mes que llevaba ahí no había visto ese lugar sin el doctor, aunque también era cierto que él solo estaba ahí cuatro horas según lo estipulaba su contrato, el resto del tiempo estudiaba o iba a la universidad.La vida de Morgan no era la típica de un universitario normal de los que priorizan las fiestas y la vida social, en realidad él siempre había sido algo asocial y solitario.Pero si algo tenía Morgan, era que necesitaba unas rutinas muy marcadas y rápidamente se dio cuenta de que a Miller le sucedía lo mismo, era un hombre rutinario y maniático, con el orden en todos sus sentidos y fue por eso por lo que todavía vio más extraño, que cuando el doctor le dijo que tardaría dos horas no hubiera llegado, apuro todo el tiempo incluso más allá de su propio turno para verlo llegar.— ¿Y Miller?— dijo el otro médico forense al llegar y no verlo a
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94. ¿Le gusta la comida china?
Porque la única razón de que hubiera escogido la carrera que había escogido era la venganza, ahora a sus veintitres años de edad estaba por terminar su carrera de medicina, especializada en medicina forense, que, como niño prodigio que había sido, terminó unos años antes de lo que sería común.Por eso sabía perfectamente cuando salieron las pruebas para la becaria en la morgue, él ganaría a todos los demás candidatos y estaría mucho más cerca de su venganza.Pero ahí estaba, preocupado por quién sería su víctima y con una bolsa de comida china para llevar exponiéndose a la mirada inquisitiva y la distancia que Miller tenía siempre para él.Respiró hondo un par de veces y apretó el botón correspondiente del interfono al apartamento de Miller, pero nadie contestó.Morgan sonrió en tono de burla, pero se burlaba de sí mismo por lo ridículo que se sentía en ese momento ¿Qué esperaba? ¿Llegar con comida china y que su jefe le recibiera con los brazos abiertos?Resopló molesto y se giró par
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95. Suaves y cálidos.
Xavier salió un par de minutos después, solo con un pantalón, y con el torso desnudo, los pies descalzos y secándose el cabello con una toalla.—¿Qué lo ha hecho venir hasta acá? ¿No me diga que se preocupó de que no comiera?— le preguntó Miller a su becario.Pero no solo le pregunto, también lo acorraló entre su cuerpo y la barra de la cocina.— Bueno, yo….— Él iba a responder, pero antes de que se diera cuenta ya estaba con el fuerte cuerpo de ese hombre contra el suyo, despertando su deseo.— Yo so so so solo que que que quería…Morgan apenas tartamudeó, hacía mucho tiempo que no le sucedía, que tenía controlado su tartamudeo, que lo había seguido toda su infancia y parte de su adolescencia hasta que, con ayuda de varios terapeutas, casi lo erradicó. Pero los nervios hicieron que no pudiera hablar con facilidad y que le fuera imposible calmarse para pensar exactamente lo que quería decir.Apoyó las manos en los gloriosos y bien formados pectorales de ese hombre alejándolo de su cuer
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96. Jamás había besado a nadie antes.
Morgan se quedó quieto por un momento observando a aquel hombre, le costaba mucho no mirar su torso y no desear deslizar los dedos por su piel. ¿Qué le pasaba?Tragó duro y lo miró a los ojos decididos a resolver sus dudas. Lo había besado, por lago debía haberlo hecho ¿No?— Es usted Gay — bebió un poco del vino que su jefe le había servido — ¿Yo le gusto?— preguntó queriendo resolver sus dudas, quizá estaba solo intimidando porque lo vio desnudo ¿Pero entonces cómo explicaba su obvia excitación?La pregunta del joven provocó que Miller sonriera, era curiosa esa duda que su subordinado le expresaba. Es más, era la primera vez que se lo preguntaba él también. ¿Acaso era gay o solo era que el joven era especial?Las dudas de Miller estaban causadas porque era la primera vez que sentía atracción por alguien más. Ni siquiera en la época de la punzada, dónde se dice que las hormonas no hacen más que enloquecer a los adolescentes. Miller no sintió ningún tipo de deseo, es más, el acercamie
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97. Por favor no me veas, estoy horrible…
— Ya llegó a la cabaña — dijo Diddier tras ver el mensaje que el hombre que había contratado les había mandado— Lo dejó sedado y atado.Jeremy y Diddier esperaban pacientemente a que les dijeran algo de las chicas, aunque llevaban poco rato, ahí parecía que el tiempo pasaba demasiado despacio para su gusto, sobre todo cuando tan preocupados por el estado de las personas que más les importaban.Deberían haber ido al bosque a hacer el intercambio con el sicario, pero no pudieron acudir, así que aplazaron el encuentro con él al día siguiente mientras se ocupaban de su prioridad.— Bueno, las dos mujeres ya están conscientes y piden verlos — explicó uno de los médicos, quién por fin se acercó a ellos.— Señor, el rostro de su esposa fue muy maltratado y parece más aparatoso de lo que es, pero ella está bien — Advirtió el médico a Jeremy haciendo que este apretara los puños mientras los seguían hasta la habitación que las dos amigas compartían.Eva se encontraba con el rostro dolorido y co
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98. Tú y yo por fin nos conocemos.
Sabían que el asesino a sueldo que había contratado Diddier no llegaría hasta al cabo de unas horas, pero eso no quitaba que ellos pudieran empezar a cobrárselas antes.Genaro ya había despertado, se encontraba incómodo, y tenía sed—Maldito hijo de puta… Ya verás cuando me suelte.La verdad es que gritaba porque sabía que se encontraba solo y que nadie lo escucharía, porque de haberse percatado que el hombre que lo había amarrado a la silla se encontraba cerca, no hubiera emitido palabra alguna, es más, lo que hubiera pasado, es que hubiera seguido callado.En el fondo era un hombre cobarde.¿Pero qué más daba? En ese momento podía gritar y decir que mataría a todos.Diddier aparcó detrás de la cabaña y sonrió al escucharlo.—Tenemos suerte, amigo mío, parece ser que el maldito cabrón está despierto.Genaro se quedó callado de golpe al escuchar el sonido de un vehículo detenerse.«Mierda, mierda»Pensó cerrando los ojos e intentando ya no hacer ningún tipo de ruido.—Vamos…— dijo Jer
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99. Soy el forense
Hacía ya un rato que Didier había recibido la respuesta del forense diciéndole que ya llegaba y ellos lo esperaban fumando un cigarrillo fuera de la cabaña para relajarse, Genaro llevaba un rato inconsciente y en cuanto su cómplice llegara debería revisarlo para que rieran asegurarse de que seguía vivo todavía un tiempo. Porque si algo tenían más que claro, era que no dejarían que ese desgraciado se muriera todavía.— Mira, ya está aquí— dijo Diddier viendo llegar un coche que obviamente no podía ser otro que el del hombre que contrataron para que les resolviera el problema.Jeremy tiró el cigarrillo que estaba fumando y lo pisó para apagarlo mientras veía a aquel hombre salir del vehículo y acercarse a ellos, algo oscuro y frío lo rodeaba, de hecho se podía sentir literalmente el frío que desprendía a medida que se acercaba a ellos.— Encantado, Jeremy Duncan — se presentó extendiendo la mano para estrechársela al hombre que acababa de llegar, el cual no parecía realmente muy sociabl
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100. ¿Qué diablos te pasa?
— Vamos mujer con más ganas — exigió Alexander apretando la cabeza de Anahí contra su entrepierna, él estaba demasiado frustrado como para disfrutar de lo que esa mujer le hacía, y eso que su boca era algo que Alexander solía disfrutar bastante, pero aquel día estaba pendiente de la llamada del inútil de Genaro para confirmarle que todo había salido bien y tenía a Eva.Había algo que le molestaba de todo aquello, pensar en que ese borracho volvería a tener a su alcance a la mujer de Jeremy, que era algo que él quería, maldita sea cómo deseaba que fuera ella quien en ese instante le estuviera haciendo lo que hacía Anahí, seguro que lo disfrutaría mucho más, sus labios eran algo más gruesos y a él le encantaría ahogarla para que dejara de ser insolente, maldita mujer.Si, sin duda, le molestaba que Genaro pudiera estar disfrutando de aquello y sobre todo que tardara tanto de recibir noticias suyas, ¿Y si la cosa se había complicado?Algo hizo Clic en la cabeza de Alexander y estiró la m
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