Emocionadas por el formato de esa prueba, estuvimos varias horas buscando los objetos ocultos, alejándonos, cada vez más, del centro que habíamos establecido al montar la carpa. Era como una búsqueda del tesoro, o una cacería de huevos de Pascua, solo que en esta ocasión encontrábamos utensilios que nos servirían no solo para una estancia más cómoda, como frazadas y sleepings para la noche, sino también para la preparación del platillo que debíamos presentar a los jueces al día siguiente. —Esto me parece muy divertido, ¿no lo crees? —dije a Daniela, con quien había hecho equipo para buscar en el costado izquierdo al sentido de la carpa.—Me encanta, no solo por la emoción de los hallazgos, sino porque también porque es un incentivo para salir a explorar y conocer los alrededores —respondió Daniela al tiempo que la veía acercarse, cada vez con más insistencia, a la entrada de la selva.—¿Estás segura de querer ir allí? —pregunté.Daniela se detuvo y puso sus brazos en jarras.—Creo qu
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