No me lograba siquiera imaginar lo que debía estar sintiendo mi pobre gatita, entre esa multitud de personas, sabiendo que cualquiera de los presentes podía ser la persona que nos vio en el depósito de la cocina del chef Gordon Ramsay. Cuando pasé al frente, para dar una breves palabras introductorias o, más bien, de agradecimiento a los productores, organizadores, director, miembros del equipo de rodaje, jueces, participantes, en fin, a todas las personas que habían hecho posible este proyecto, no quise ni pensar en que, entre alguno de esos pares de ojos que me observaban, podía estar la persona que hacía solo unos minutos me había visto metido en la cocina, con los pantalones abajo, teniendo sexo.—... sin más qué decir, salvo un inmenso gracias —concluía, conteniendo la vergüenza que experimentaba—, quiero dar paso al primer episodio del programa. Espero que lo disfruten.Siguió un gran y bullicioso aplauso, al que poca o ninguna atención presté porque ahora lo que quería era acer
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