Esa noche no dormí, no pude hacerlo. Me daba vueltas en la cabeza la idea de que, quizá, alguno de mis amigos hubiera podido traicionarme. Cualquier de los tres habría podido hacerlo para acercarse, un paso, a la victoria porque quizá, después de Anne, yo era la rival más difícil. Aunque no podía estar segura de que hubiera sido alguno de ellos, porque quien me delató pudo haber sido cualquier otra persona, otro concursante, incluso una nota anónima de Bruma, enviada solo para desquitarse por lo que le había sucedido a ella. Eran tantas las opciones, que no podía contaminar mi corazón con sospechas hacia Teressa, Rubí o Filip, pese a que, de todos los concursantes, eran los únicos que sabían de mi relación con Héctor, al menos que yo supiera. Al salir el sol, me levanté y pasé a ducharme. Esa era, quizá, mi última mañana en el hotel y, al pensar en esa posibilidad, el llanto volvió a embargarme. ¡Cómo había sido de tonta! Había echado por la borda una oportunidad tan buena, única e
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