Sus enfados solían ser muy esporádicos, quemaba todo a su paso pero tras unos minutos, volvía a estar tranquila, se consideraba la viva definición de la calma luego de la tormenta. Eso ahora, no le pasaba. Los minutos pasaban y seguía esperando a su madre, y al contrario de lo que pensaba, su cabreo no disminuía, estaba como un volcán acumulando la lava hasta que cediese el cráter. Había tratado de calmarse, incluso se controló citando a su madre en un sitio público, solo para que la presión social le obligase a mantener la compostura y no terminase gritando. Sabía que si estaban solas en su casa, Cristel soltaría todo por su boca de una manera tan basta que solo conseguiría avergonzarse a sí misma. No buscaba una pelea, al contrario de lo que en Presture habían podido pensar por su actitud al marcharse. Necesitaba una explicación y un punto final a esta situación. Si había algo en lo que aún se parecía a su madre, es que odiaba las escenas, más aún en la calle. Autocontro
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