Nicolás retomó la ruta, dejando las luces rojas y azules de las sirenas atrás en el horizonte, haciéndose más y más pequeñas hasta desaparecer.La ruta estaba oscura, no había iluminación, solamente los faroles del vehículo. Esta vez no manejaba él, su mejor hombre había insistido en conducir ya que había visto a su jefe bastante alterado como para hacerlo y temía que se estrellen antes de poder recuperar a su mujer y a su hijo. -Déjeme hacerlo a mí, señor- dijo con seguridad en su voz- Confíe en mí, soy muy bueno en esto. Nicolás lo miró seriamente, como si buscara en sus ojos una pizca de miedo o inseguridad, pero desde que había contratado al muchacho siempre había trasmitido confianza ante él, no le temía, como todos los demás. Le sonrió complacido. -Está bien, confío en ti- Exclamó sinceramente dándole la vuelta al auto y sentándose en el asiento del copiloto, como hace mucho no lo hacía. La última vez había sido cuando intentó enseñarle a manejar a Carla, sintió el corazón hu
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