Capítulo 33. La sexta lección
John la miró de manera reprobatoria y ella se sonrojó. —Bueno John, qué puedo decirte, pierdo la paciencia en cuanto veo la injusticia y me vuelvo un poco tosca. —Sí, ya me he dado cuenta —comentó John siendo sarcástico. — ¿Y qué hay de ti? John río y negó con la cabeza. —Nada tan dramático, soy un frío como mis antepasados ingleses. Anabella le dio un empujoncito con su cuerpo ya que ambos están con las manos ocupadas. —Algo debe haber, ¿alguna novia que amaras demasiado y te hizo cínico? —Para nada, tuve un par de novias mientras estuve en la universidad y una en Londres. —La de Londres, ¿fue algo serio? —Más o menos, bueno, su padre era sucio director, así que tuvimos una relación que se vio como un noviazgo, pero ambos sabíamos que no podía ser tan serio, ella también es abogada y para ambos nuestras carreras era más importante que nada. — ¿Estás seguro de eso?, quizás solo te decía eso por orgullo. —Éramos rivales la mayor parte
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