Cancún, Quintana Roo, México. Dos años después. Sentado sobre una de las cómodas tumbonas de la zona de la playa, Alexander disfrutaba de la hermosa vista, que tenía el color turquesa del mar. Cerró sus ojos apreciando la brisa marina, y el olor a sal. Tomó la refrescante bebida que solicitó, y bebió un par de sorbos, enfocó su verdosa mirada en Madison y en los gemelos, quienes estaban sentados sobre la calidez de la fina arena. Sonrió con emoción al apreciar el abultado vientre de su mujer, eran cinco meses los que llevaba de gestación, y la sola idea de volver a ser papá lo tenía loco. Un gran suspiro emergió desde el fondo de su alma, al verla ponerse de pie, su cuerpo le pareció etéreo, sin poder evitarlo la recorrió con parsimonia, a través de sus gafas oscuras. Fueron largas noches, en las que Madison, despertó teniendo pesadillas; sin embargo, siempre encontró el consuelo y la seguridad que necesitaba, entre la calidez de los brazos de su esposo. Nunca se dio por vencida y
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