Inicio / Crimen / CONDÉNAME Y ADÓRAME / Capítulo 11 - Capítulo 15
Todos los capítulos de CONDÉNAME Y ADÓRAME: Capítulo 11 - Capítulo 15
15 chapters
RETENME
Mi garganta se contraía dolorosamente con cada sollozo y notaba como el dolor me estrujaba todo el pecho. Durante un año completo había vivido culpando a la vida por habérmelo quitado, por haberse llevado a la única persona que estaba a mi lado y por haber sido tan cruel por dejarme atrás; pasé un tortuoso año sola, llorando y sufriendo por él. Había maldecido al destino por haber causado ese accidente y haberme quitado al hombre que amaba. Viví un año completo preguntándome porque a nosotros, por qué él y no otro. Él, que apenas tenía 28 años y era tal dulce conmigo, ¿por qué se había ido de esa forma tan repentina? Y ahora, ahora que comenzaba a vivir de nuevo y me resignaba a que había su partida sido inevitable por ser producto de un accidente, descubría que no era así. Me partía el alma saber que alguien me lo había quitado. —Livy, escúchame —oí decir a Demián con voz ansiosa. Negué y me aferré a sus brazos, sollozando en el suelo con el alma rota. —Solo déjame explicarte, por
Leer más
CONVENCEME
Después de ese enfrentamiento, nos volvimos distantes por unos días; ambos molestos con el otro, excepto en la cama. Pues, aunque me indignaba que insinuará cómo podía retenerme a su lado y a él lo tenía furioso el hecho de que yo le hubiese dicho que me iba, al final del día siempre acabábamos teniendo sexo y durmiendo juntos. No cruzábamos palabra, ni siquiera nos besábamos, pero él procuraba que yo alcanzará el clímax y yo cooperaba dejando que terminará en mí. Y cuando él acababa, me daba las buenas noches y se iba para dormir en otra habitación, dejándome con la sensación de que solo me usaba para el sexo, como en el pasado. Durante el día no estaba en casa, y sí yo quería salir, Mad siempre me acompañaba. Era como un horrible custodio que ya comenzaba a cansarme. —¿Dices que alguien provocó tu accidente? —me preguntó Isabel con escepticismo. Asentí moviendo mi bebida con la pajilla. Ella me había llamado esa mañana e invitado a desayunar, y yo me había alegrado de salir de cas
Leer más
CONFIESAME
—Esperaba por ti, Lizbeth —me dijo con una sonrisa amable. Observé a Randall a una distancia prudente, aun dudando de estar ahí. ¿Qué podría decirme él? ¿Qué sabía él sobre mi esposo? Inspiré entre dientes, sintiendo cómo sí el ceñido vestido negro me estuviera cortando el aliento. Hacía un poco de frío, lo notaba en mi aliento y en mi piel, pues no traía abrigo conmigo. —¿Por qué dudas? —inquirió Randall y sin más se aproximó a mí quitándose su chaqueta—. Seguro crees que te he mentido y no tengo nada qué decirte sobre ese accidente. Me colocó la prenda sobre los hombros y sin esperar mi consentimiento tomó mi rostro entre sus manos, al tiempo que en su boca se extendía una amplia sonrisa de regocijo. —¿Has estado pensando en el momento que compartimos? Yo sí, inusualmente mi mente vuelve una y otra vez a esto —dijo, llevando el pulgar a mi boca y presionando mi labio inferior—. Me gustó más de lo esperado, debo confesar. Sonrió y yo me sentí enrojecer un poco, pero no porque me
Leer más
DESEAME
Me volví rápidamente, abandonando la terraza a toda prisa, sin despedirme o siquiera mirar atrás. Entré apresuradamente a la casa y caminé entre los invitados sin saber a dónde iba, solo buscando distanciarme de Randall. Escuchaba las conversaciones y las estruendosas risas, el tintineo de las copas al brindar, la suave música clásica. Recorrí la casa, como si tuviera prisa por llegar a algún lado, pero solo recorría los salones mientras mi mente vislumbraba ese auto lujoso, exclusivo, costoso... Un Rolls Royce. Y solo conocía a un hombre con un auto como ese. Era su sello personal. Una parte de sí mismo. Me detuve en un salón vació y suspiré cerrando la puerta a mis espaldas. Los muebles aún se encontraban cubiertos por sabanas y las cortinas en los ventanales seguían cerradas. Cerré los ojos y apreté fuertemente mis puños, temblaban incontrolablemente. En la oscuridad de ese salón, pensé en el único coche Rolls Royce que conocía, y en su único propietario. Solo era capaz de pens
Leer más
PROMETEME
Su respuesta lo absolvió inmediatamente de toda sospecha mía. Él no era el asesino de mi marido. Su coartada era perfecta, solida y sin grietas. No había duda, él no era el culpable. No lo era.Sin embargo, saberlo no me hizo sentir mejor. No me trajo alivio, solo un aguijonazo de dolor traicionero, resentimiento y celos, una ola enorme de frios celos.—¿Vivian juntos? ¿Cómo... pareja? —completé en un hilo, mirando esa expresión culpable suya.Tragó de forma visible y asintió lento.—Si. Hace un año me fui a vivir a Londres, para resolver asuntos legales, y siendo mi abogada, ella me acompañó —explicó—. Vivimos juntos, y de repente, nuestra relación rebasó la linea de cliente y abogada.Uní los labios con fuerza. ¿Por qué me afectaba tanto saber eso? No tenía derecho, yo lo había dejado por otro, yo había sido la primera en avanzar y formar una vida con alguien más. No tenía derecho de disgustarme, de sentirme así.—¿Te gustaba tanto como para volverla tu pareja? —inquirí apartando la
Leer más