EMMA.Eran las 9 de la mañana, y hoy, después de un mes entero, teníamos cita con un ginecólogo especializado, al que Noah había contratado para dirigir todo mi embarazo.No había podido ir mucho a mi casa, algunas veces recogían mis cosas, pero en este tiempo Noah y yo habíamos tomado un momento para pasarla juntos, aunque de vez en cuando íbamos a una reunión de negocios, para concretar algunos avances.Escuché cómo Max le indicó al conductor, y me recosté en el asiento.Noah había salido desde temprano a la oficina, y nos encontraríamos en la clínica en unos minutos para la cita, pero lo que me tenía los nervios de punta, era este control de rutina.No sé si todas las mujeres embarazadas les pasara lo mismo, mi mente jugaba conmigo, me mandaba pensamientos negativos de que mi bebé pudiera tener alguna cosa, y solo solté el aire, sintiendo cómo los latidos eran casi un zumbido en mi pecho.La puerta se abrió por el chofer y caminé con la bolsa de mano, acompañada por otro hombre de
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