¿Qué hora era? Tenía que ir a ver a Maddie, le gustaba estar a su lado antes de que despertara. Aunque a veces no podía hacerlo pues Stefano la retenía y luego… luego, le hacía el amor como sólo él podía hacerlo, con intensidad, con fuego y con pasión. Estiró una mano para buscarlo en la cama y no encontró nada, abrió los ojos lentamente y vio que todo estaba oscuro, sumamente oscuro. Una punzada dolorosa le taladró la sien y con un gemido de dolor se llevó la mano a la cabeza, tocó algo húmedo y pegajoso que le cubría parte del rostro. Trató de sentarse, pero se sintió mareada ¿Qué estaba pasando? Como si de un rayo se tratara, lo que su cerebro por la conmoción había bloqueado, de pronto inundó a Jackie con un torrente de información que le recordó lo que había sucedido. Un frío recorrió su columna y sintió una enorme presión en el pecho. Tranquila, tranquila. Al menos Maddie está a salvo. – Susurró para sí. Por qué su hija estaba a salvo, ¿verdad? La duda la llenó de pánico y sint
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