Agarró con suavidad su muñeca y la sacó de su asiento poniéndola frente a él. Sus ojos parecían tormentosos pensó ella. No hayas la hora de librarte de mí ¿verdad? No te preocupes, todo acabará más pronto de lo que quieres y volverás a tu amada vida arriesgada y libre. – Dicho eso la soltó y salió de la habitación dejándola totalmente temblorosa, confundida y deshecha. No es así. – Susurró. – No es así. Por supuesto no lo vio el resto del día, ni siquiera cuando se fue a la cena de gala de esa noche. ¿En qué rayos estaba pensando su corazón en el momento que decidió enamorarse de una mujer que no sentía nada por él? Pensaba Stefano camino al evento. Solo un corazón necio, traicionero y amante de los desafíos como era el suyo, podía ocurrírsele semejante cosa. Ella lo deseaba eso era una verdad innegable pero no pasaba nada más. No lo amaba ¿Cómo podía amarlo si pensaba dejarlo? Porque eso lo pensaba constantemente, de eso no había duda. Odiaba la inseguridad que le generaba, odi
¿Qué hora era? Tenía que ir a ver a Maddie, le gustaba estar a su lado antes de que despertara. Aunque a veces no podía hacerlo pues Stefano la retenía y luego… luego, le hacía el amor como sólo él podía hacerlo, con intensidad, con fuego y con pasión. Estiró una mano para buscarlo en la cama y no encontró nada, abrió los ojos lentamente y vio que todo estaba oscuro, sumamente oscuro. Una punzada dolorosa le taladró la sien y con un gemido de dolor se llevó la mano a la cabeza, tocó algo húmedo y pegajoso que le cubría parte del rostro. Trató de sentarse, pero se sintió mareada ¿Qué estaba pasando? Como si de un rayo se tratara, lo que su cerebro por la conmoción había bloqueado, de pronto inundó a Jackie con un torrente de información que le recordó lo que había sucedido. Un frío recorrió su columna y sintió una enorme presión en el pecho. Tranquila, tranquila. Al menos Maddie está a salvo. – Susurró para sí. Por qué su hija estaba a salvo, ¿verdad? La duda la llenó de pánico y sint
¿Ah sí? – Fue la respuesta cargada de ironía y sobre todo de furia latente.Por supuesto.Ahora me dirás que te ama.No me importa si no lo hace. Yo lo amo y eso es más que suficiente.Me temo que no querida, porque ahora al único que amaras, será a mí. – Se acercó a ella y sujetándola por el pelo la besó haciéndole daño porque ella no abría la boca, le mordió el labio logrando que sangrara. Ella escupió en cuanto la soltó ganándose una bofetada de él en respuesta.No voy a hacer lo que tú quieras. – Le dijo Jaquie mirándole con ojos brillantes de furia y levantándose de la silla.Claro que sí. – Le apuntó con el arma y Jaquie no se inmutó. – Te prefiero muerta antes de que vuelvas a ser de él. Siéntate, dispararé y lo sabes. - Jaquie se sentó sin dejar de mirarlo con la misma emoción asesina en los ojos. – Mucho mejor. – Rió él y se sentó frente a él. - ¿Quieres saber quien me ayudó en la encantadora tarea de capturarte? Jaquie recordó que habían sido dos hombres los que los habían
Jackie aparentaba beber de su copa, llevaba más de una hora allí sentada viéndolo comer como un cerdo y beber sin parar, convenientemente la tenía atada por el cuello con una soga que él controlaba con su mano. Había ráfagas de lluvia que no les daban de lleno por el resguardo de las palmeras y arbustos salvajes, todo parecía indicar que la tormenta llegaría con todo su poder en poco tiempo, había relámpagos y rayos, estar tan cerca de las palmeras le hacía pensar a Jaquie que bien podían morir todos si un rayo les daba. Escuchó pasos y Oscar levantó la cabeza abruptamente de su plato de comida.Hay demasiada gente buscándola. – Dijo William acercándose. Jamás buscarán aquí. ¿Acaso no oíste los helicópteros? Hay como un centenar de personas siguiéndonos el rastro, lo he oído en la radio. – Insistió el hombre visiblemente nervioso. - Vámonos de aquí, vamos por Allyson y nos largamos de este lugar. ¿Y como se supone que nos iremos? ¿Escalando el acantilado? – Preguntó Oscar con la vo
¿Quién dijo que la cárcel no servía de algo? William Se había entrenado duramente en el gimnasio durante todo ese maldito tiempo que se la había pasado allí. Sus planes habían tenido un revés, pues el cretino de Oscar no había querido ayudarlo hasta el final por estar con la maldita de Jacqueline. Aunque le había molestado no había insistido demasiado en que Oscar le acompañara, al fin esa estúpida tendría su merecido siendo ultrajada por el cruel Oscar. Había visto como trataba a las mujeres, era un maníaco en toda regla. Y en cuanto a llegar a su bella Allison no era tan difícil. Escalar para salir de esa playa rocosa era una tarea titánica, pero no por el lugar que él ya había explorado con anterioridad, al parecer antes había existido quiénes sí usaban esa zona pese a su alta dificultad para acceder, quizás igual de locos como Oscar, porque él no lo era, él solo reclamaría lo suyo. Eran como doce metros y con apoyo de rocas que parecían haberse puesto para tal fin. Con la lluvia
Yo misma te mataré. – Le gritaba Jaquie a Oscar en una mezcla de pánico por Stefano, furia y lágrimas. De un bofetón la lanzó al piso para luego abalanzarse sobre ella y lograr esta vez abrirle el vestido en dos dejándola sin nada. Esta vez si lograría su cometido, simplemente pidió que todo acabara pronto.Lo sintió encima de ella y las nauseas revolvieron su estomago. La única barrera era su ropa interior, la cual no tardaría en ser rasgada y desechada. Las sucias manos de Oscar intentaron quitarle el sujetador, débilmente ella se resistió, justo cuando daba por perdida definitivamente la batalla, vio como Oscar era levantado por detrás para luego ser lanzado por los aires. Se incorporó rápido viendo con asombro como Stefano no solo estaba de pie si no que parecía estar bien. Corrió a abrazarlo. Él la estrechó con tanta fuerza que le sacó el aire de los pulmones.¿Estás bien? Sí. Pero si vi que te dio. – con las manos buscó la herida, él la detuvo.¿Tú estás bien? – le dijo apartá
Todo bien. Avisa a la familia por favor que los dos están bien. – le dijo al encargado de la seguridad de los Vecchio. - Nos vemos en el hospital, tienen que revisarlos. – No añadió más detalles para no intranquilizar más a la familia, sobre todo a su esposa.Jefe tiene que venir de inmediato. Código rojo. Repito código rojo. - La sonrisa se le borró del rostro. Voy de inmediato. Quédate aquí, en cuanto la tormenta sea menor vendrá otro helicóptero. – Le dijo a Stefano.De eso nada, nos vamos todos. Eres un excelente piloto. ¿Qué pasa?Nada, sólo que voy a matar a alguien, por fin. – Fue la única respuesta que dio Máximo.Bueno, nada del otro mundo entonces. Vámonos. Subieron al aparato todos incluyendo Oscar que iba inconsciente. En vano intentó despertar a Jaquie. Al llegar a una zona segura después de un turbulento y breve vuelo, fueron rodeados por policías y paramédicos, en segundos estaban en una ambulancia camino al hospital. Dime que pasa. – Le pidió por última vez a Máximo
Al otro día fueron dadas de alta. Era gracioso que ellas hubieran tardado tanto en salir del hospital y Stefano pudiera andar de un lado a otro a pesar de estarse recuperando de una herida de bala. Pero su flamante esposo había arreglado todo para que ella no saliera hasta que estuviera completamente seguro que estaba bien. Lo vio acercarse con una leve cojera.¿Aun te duele?Casi nada.Si hubieras descansado…¿Para qué?Olvídalo. – suspiró ella. ¿Te despediste de Allison?Sí. – Le dijo con pesar. Su amiga regresaba a Florencia, aunque se verían en unas semanas en las Islas. Levantó la mirada y vio como Stefano la miraba con intensidad. - ¿Todo bien?Nos vamos hoy mismo a la Isla, tienes que descansar. Todo está listo.Regresar a donde se había casado y pasado su noche de bodas produjo sentimientos encontrados en Jacqueline por un lado se alegraba de estar allí con él y por otro su corazón le producía una especie de añoranza y melancolía por la incertidumbre de no saber si él realme