Camino al hospital, Agustin seguía perturbado por aquel sueño que creyó que olvidaría, a pesar de que Lybia ya no pertenecía a este mundo aún sentía en su pecho un dolor profundo de no haberla salvado cuando eran chicos, es verdad que en ese tiempo sólo era un niño, pero jamás olvido esa sensación tan abrumadora cuando sus padres llevaron a Lybia al extranjero para poder salvarla, pero, sin embargo, poco o nada pudieron hacer por ella. Agustin trató de alejar esos malos recuerdos y ahora solo su enfoque era Mónica, no tenía sentido seguir culpándose por lo que ya pasó se dijo a sí mismo. Pronto llegó al hospital y por ende a la habitación de Mónica, donde encontró a Leonardo frente a la cama de Mónica. — Buenos días tenga usted Señor Ariza, saludo Leonardo tranquilamente. — Buen día, esto… ¿Dónde está mi esposa? — ¿Eh?, ¿acaso no lo sabe?, pregunto extrañado Leonardo y al ver su cara de desconcierto dijo— Su esposa ha despertado—. — ¿Cómo? ¿Cuándo?, ¿Por qué nadie me informó na
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