Tiara Dos semanas después mis nervios me atacan y estoy encerrada en el baño del hotel “El Guajataca”. Llamé a Ken, no lo dejó sonar mi odioso y aporrean la puerta. —¡Tiara, mueve el trasero! —bramó Marjorie, ella me conoce y sabe lo nerviosa que estoy—. ¡No te preocupes, Aimeth, sigue adelante! —Siempre me cubre Marjorie, es la mejor. Ken escucha el alboroto y mis manos tiemblan. —Sirena quisquillosa, no temas, solo formalizaremos delante de nuestros seres queridos y amigos —lo llaman por fuera de la línea y mi odioso pide tiempo—. Estoy loco por verte, te reto… —su voz se puso ronca y sonreí imaginando su rostro de pícaro. —Me retas a vivir siempre, ¿cuál es el reto, Ken? —Por increíble que sea su voz me calma. —Cuando nos declaran marido y mujer —moví la pierna esperando su locura—, luego del beso, nena, no importan las personas, quiero un beso real —exigió, obviamente se lo daré y él lo sabe. —¿Ese es el reto? —cuestioné monótona, esperaba algo más cachondo. —No lo es, por
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