Doina era mujer rechoncha, amable muy servicial con Sarah, por lo que a ella no le costó adaptarse a su presencia en la pequeña casa de campo que costaba de dos habitaciones, dos baños, una cocina, un comedor, una sala de estar y dos patios, unos trasero y uno con un hermoso jardín que daba hacia la acera.Ya casi se cumplían tres semanas desde la última vez que había visto a su esposo y desde entonces no tenían ninguna noticia de él, aunque no estaba segura si eso era bueno o malo. Todos los días se asomaba por la ventana con la esperanza de ver Alek llegar por el sendero que guiaba hacia la puerta, deseando que le llagara noticias de su esposo, saber que ya estaba en Rumania y que estaba buscándola, pero como él no llegaba y únicamente se comunicaban por teléfono y mensajes, fue perdiendo la esperanza.Un domingo, el día de descanso de Doina, Sarah se quedó sola así que opto por quedarse viendo televisión mientras tomaba un té con miel y unas cuantas gotas de limón, una receta que D
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