El fantasma de la corona que me acechaba ya no era una simple sombra que me murmuraba al oído, no, se había convertido en algo tangible, algo que casi podía sentir, como su peso sobre mi cabeza, y sus consecuencias habían llegado tan rápido como el día se convierte en noche y la noche en día y así llego la fecha en que la reina madre visitaría a mi familia, tal como decía en el edicto real.Cuando abrí los ojos esa mañana me desperté con esperanza, confiaba en mi padre y confiaba en que él me ayudaría a salir de este dilema, él era mi única esperanza y sabía que no me defraudaría. Lo único que deseaba era que todo volviera a ser como antes, tener a mi hermana de vuelta, a mis padres y mi casa de campo, mi edén aquí en la tierra, pero sabía que este día lo determinaría todo, nuestra situación económica, mi relación con mi hermana y mi libertad, pero también sabía qué, cual fuera el resultado al final del día, tendría que sacrificar algo y temía que ese algo jamás me perdonara.Mi madre
Leer más