El corazón del guardaespaldas: 6. Pídeme que pare
La intensidad con la que su boca asaltó la suya, la desorientó por un momento, aunque no lo suficiente como para no hacerla responder. Su lengua, tímida e inexperta, fue a su busca, poco a poco, con más valentía.Gimió quedamente mientras lo probaba, a su ritmo; lento y con pausasLeo sonrió ante el recibimiento, y pese a ser plenamente consciente de la idiotez que estaba cometiendo, no se detuvo, contrario a eso, la arrastró hasta la puerta de su piso. Allí la apresó, y es que ni aunque quisiera tenía escapatoria. Claro, no la obligaría, eso sí que no, pero estaba tan a gusto siendo poseída por su boca que no hubo modo de apartar un pensamiento tan posesivo y primitivo.— Las llaves… — gruñó, capturando su labio para luego descender por su cuello. Ella le dio espacio al tiempo que pestañeaba atolondrada — ¿Dónde están?— Mi… mi…. — intentaba decir, pero estaba ofuscada. Todo eso era algo nuevo para ella, y maravilloso también — mi mochila — soltó al fin.En menos de nada, mientras la
Leer más