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114 chapters
El corazón del guardaespaldas: 38. Bésame
Ella se quedó perpleja por demasiado tiempo, pues todavía creía que todo aquello podría estar tratándose de una alucinación, de un espejismo, de su mente traicionándola.Él dio un paso al frente para corroborarle que no era así, al contrario, y entonces sus pulmones se vaciaron. Dios, negó, asombrada.— ¿Qué estás haciendo aquí? — consiguió preguntar, confundida, con cientos de emociones arremolinándose en lo más profundo de su corazón, evocando, cómo una película en reproducción rápida, todos los momentos compartidos, y en los que fue muy feliz.— Sé que fui un cobarde, lo acepto, pero por favor, rubia, permite que enmiende mi error — le pidió él, completamente sincero. Ella aún parecía recelosa, así que con cautela se acercó y levantó su barbilla — Hablemos, ¿sí?— Yo… yo no entiendo — musitó — ¿tú viniste hasta aquí por… mi?El muchacho esbozó una sonrisa, no daba crédito a tanta ternura.— Por supuesto que he venido hasta aquí por ti — le dijo — Ara, te amo, nunca he dejado de hac
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El corazón del guardaespaldas: 39. Piel con piel
— ¿Dónde está tu habitación? — le preguntó, pegándola firmemente a él y comenzando a moverse por el corto pasillo. — Derecha — fue lo único que dijo, anclada a sus labios, a ese sabor que mucho extrañaba. Tan pronto estuvieron en el interior de la habitación, empezaron a desvestirse hasta estar seguro de que nada se interpondría sus pieles. Leo se sentó en el borde la cama y la sentó a ella a horcajadas sobre sí, empalándose a él sin tanto preámbulo, pues la necesidad era más grande que cualquier otra cosa en ese momento, el simple resultado de haber estado tanto tiempo separados. Ella emitió un débil quejido al sentir que sus paredes se ensanchaban para recibirlo. Y tan pronto él se dio cuenta de algo importante, la tomó de las caderas y rompió el contacto de sus labios. — No estoy usando protección y tampoco he traído una — gruñó, contenido, no quería salirse de su interior por nada del mundo, aun sabiendo el riesgo que ese implicaba —. Después de ti y yo… Ella lo silencio volvi
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El corazón del guardaespaldas: 40. Una chica increible
Dos semanas después…— Buenos días, rubia — le susurró Leonardo a su novia, quien despertaba justamente.Ella abrió los ojos de a poco y se desperezó con una sonrisa antes de echarse a sus brazos.— Regresaste — murmuró quedamente, todavía somnolienta.— Por supuesto que sí — dijo y besó delicadamente sus labios — te dije que lo haría, además, no me perdería por nada del mundo la presentación que harás hoy.Ella sonrió y se estrujó los ojos, ahora acomodándose en el borde de la cama.— Y yo te dije que no era tan importante, es solo un concurso.— Todo lo que concierte a ti, a tus sueños y anhelos, es importante para mí — musitó con franqueza —. Creo que te lo he dejado claro ya muchas veces, ¿o me equivoco?Negó con los ojos agolpados de electricidad.Y es que desde que la fue a buscar y se instaló ese mismo día en su apartamento, las cosas entre ellos no habían hecho más que mejorar. El pasado, los errores y el dolor que implicó su separación, solo quedaron atrás, dejando como resul
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Epílogo: Un futuro a tu lado
Una mañana, días antes de navidad, mientras ella tomaba una ducha para ir a su última clase, Leo terminó de organizar a través de una llamada algo muy especial. En realidad, llevaba la última semana planeándolo sin que ella lo sospechara, pues era una sorpresa de la que, si era sincero, se sentía increíblemente nervioso, pues no sabía cómo ella iba a reaccionar.— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — le preguntó Stefano, se había quedado sorprendido en la línea durante un par de minutos, pero muy feliz por las decisiones que últimamente había estado tomando su hermano pequeño.— Nunca he estado tan seguro de nada en mi vida, Stef — le dijo con total franqueza —. En serio quiero hacer esto.— Bueno, ya sabes que cuentas con mi apoyo, nos vemos en un par de días entonces.Después de colgar, la vio salir del baño. Estaba enrollada en una toalla y tenía el cabello húmedo. No demoró en acercarse y rodearla de la cintura para robarle el beso número mil de esa mañana, y eso que apenas
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