32. Un secreto que será mejor olvidar.
—Lo siento, yo… quería demostrar que… no… sientes lo que crees que sientes por Sofia y… —Jimena entendía que estaba en un gran aprieto, no podía levantar la mirada hacia Bennet—. Es gracioso, ¿sabes? Creo que lo logré demostrar, pero no fue la forma.Las mejillas sonrojadas de Jimena se volvían cada vez más tentadoras para Bennet, la fría noche se había vuelto cálida y aunque le costara admitirlo, ni siquiera con Sofia entre sus brazos se había sentido de esa forma, tan ansioso. Ignorando cada palabra que salía de la boca de Jimena, Bennet la tomó por la cintura y la atrajo a su cuerpo, pegándola a él, sintiendo su calor. Sus labios volvieron a buscar los de Jimena, tomándola por sorpresa. Ella no supo cómo reaccionar, sus brazos colgaban perezosos mientras que los de Bennet la estrechaban con firmeza y su boca devoraba la suya. Se dejó llevar por el sabor de su saliva, se entregó a la boca de Bennet y cerro sus ojos. El temor a que la descubrieran la abandonó y sus manos se enredar
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