Carlos Mire su sonrisa desvanecer al escuchar mis palabras, no quería ocultarlo, una verdad a medias no era verdad, mi corazón se partió tanto como el de Elisa a pesar de que yo ya lo sabía. - Preciosa, ey- intenté calmarla y explicar todo con más detalle, pero no parecía escucharme - Elisa, escúchame, Elisa- me acerque a ella tomándola por los hombros, pero no reaccionaba, así que opte por levantarla y ponerla en mi regazo, como si de una niña indefensa se tratara, su pequeño cuerpo se pegó al mío buscando refugio - preciosa yo no te voy a dejar jamás- - te voy a perder- su voz era ahogada y apenas perceptible, pero yo la escuche muy claro, igual que el sollozo - no, no lo harás- la apreté más a mí cuidado no lastimarla - lo leí, no podrás hacer nada cuando la conozcas- los sollozos se hacían cada vez más intensos, pero se equivocaba, a mí nadie, nada me obligaba a hacer algo, y yo quería estar con Elisa, MI Elisa. – El amor que se siente es inexplicable ¡el uno para el otro! ¡Me
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