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Todos los capítulos de Una esposa para el rey : Capítulo 51 - Capítulo 60
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51° La gota que derrama el vaso.
El frio comenzó a disminuir poco a poco mientras se acercaban a la frontera de las tierras altas con las tierras de las praderas y Kaeira notó como el ejército de Zorba comenzó a recuperar el buen genio por las temperaturas más altas.Marchar con un ejército era tortuosamente lento, el camino que a un grupo normal le tomaría un mes más una semana por lo regular, les había tomado a ellos dos meses, y tras de sí dejaban un desolado desierto de pasto pisoteado y aldeas vacías. Marchaban de noche y de día evitaban las aldeas lo que más podían, ya que las personas que observaban venir el ejercito a lo lejos preferían abandonar sus hogares que ver pasar por sus pueblos una horda de traidores como Kaeira había escuchado que los llamaban, pero aquello no le importaba, ella solo tenía una misión en la cabeza.Ya lo había perdido todo, cuando Raeyron se había convertido en el lord de las tierras altas su primera orden fue quitarle el apellido Leroy, y el maldito de Maxwell la había firmado como
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52° Quien porta la corona de piedra.
Eliver salió de la oficina de Maxwell y ellos dos se quedaron ahí con la mujer que tenía la cabeza gacha y los hombros caídos, y Rahyra la miró con lástima, parecía ser una prostituta de las que el concejero del rey frecuentaba y que accedió a hacer tal cosa con la intención de mejorar su situación y Rahyra sintió lastima por eso.Caminó hacia el escritorio de Maxwell donde sabía que tenía unas cuantas monedas de oro, había más de lo que una prostituta ganaría en un año. No era suficiente para huir del primer mundo como le prometió Haraldt, pero debía agradecer no perder la cabeza, literalmente. Le tendió la bolsita de dinero a la mujer que la miró sorprendida.— Con esto será suficiente para que dejes la ciudad e inicies una nueva vida en otra parte, si te vuelvo a ver… — la mujer tomó el dinero y salió corriendo del lugar y Rahyra se quedó mirando el lugar por donde había desaparecido su cabellera rubia.— ¿Estas enojada? — le preguntó Maxwell, no se atrevió a dar un paso hacia ella
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53° Veneno.
El grito de Rahyra fue suficiente para que todos los sentidos de Maxwell se pusieran en alerta, el rey saltó de la cama como una gacela, lo único que lo cubría era un corto pantalón de ceda fina y el Zorbano lo miró con fiereza. Ondeó la espada curvada.Cada uno estaba casi a la misma distancia de los bebés que dormitaban con la inocencia de no saber que su vida estaba en riesgo, pero el desconocido estaba un paso más cerca y Rahyra tomó una daga que estaba colgada en la pared, de adorno, e hizo ademán de correr hacia sus bebés, pero el hombre apretó los hombros y Maxwell no la dejó pasar, y cuando ella lo miró, vio en sus ojos un sentimiento que logró entender de inmediato. No lograría llegar hasta los bebés antes que el hombre.Los ojos de Rahyra se llenaron de lágrimas, si Maxwell no alcanzaba a llegar cuando ambos hombres se lanzaran hacia el frente, el de ojos azules y piel oscura lograría lanzar un tajo hacia los bebés antes de que Maxwell lo alcanzara. Estaban atrapados.El des
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54° Dos reinas y una guerra.
La batalla había durado muy poco, menos de lo que Kaeira hubiera previsto y eso la alegró. Desde el instante en que cruzaron la frontera entre las tierras de las praderas y las tierras altas, se habían encontrado con el rumor de que el lord de las tierras de las praderas, Máximo Lévesque, estaba esperando en Rio Nuevo a su ejecito con una hueste enorme, pero cuando Kaeira dobló la última esquina, donde la torre de los Lévesque se veía desde miles de metros debido a su altura, no encontró más que unos mil hombres bien apostados alrededor, y aunque ofrecieron buena resistencia, no pudieron hacer nada contra el ejército Zorbano que se cernió sobre ellos.Kaeira nunca había estado en una batalla real, pero le pareció algo sádico y enfermo, y mientras caminaba por los despojos que había dejado el enfrentamiento vio extremidades amputadas, más gente muerta que en toda su vida y personas que aún se arrastraban por el suelo fangoso y sangriento y que estaban siendo rematadas por sus soldados
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55° La guerra de las reinas. Parte uno.
Rahyra solo pensaba en Maxwell, a pesar de estar rodeada de las personas más importantes del reino, su mente divagaba una y otra vez en su esposo, se preguntaba: «¿Y si despierta y no estoy ahí? » los hombres hablaban sobre estrategias para defender la capital y ella penas si les prestaba atención. Raeyron tambien estaba ahí, como Lord de las tierras altas tenía un puesto en ese importante concejo y Maiken lo acompañaba.El lord consorte ya no era un guardia real, pero por algún novito ese día tenía puesta la armadura brillante con el emblema de la rosa con espinas en el pecho, Raeyron tambien tenía su armadura y eso la puso nerviosa. Todos tenían armaduras.— ¿Los muros tienen suficiente tamaño para soportar la acometida? — preguntó Orlás Karristel, el lord de las tierras de hierro y el comandante de la guardia real asintió con la cabeza.— Claro que sí, pero por lo menos los dos primero anillos de la ciudad caerán — le dijo el comandante — tenemos defensas y catapultas, podríamos ha
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56° La guerra de las reinas. Parte dos.
Cleo respiró el aire frio e incómodo dentro de la oficina de la directora de las viudas silenciosas, había estado ahí cientos de veces, era una chica rebelde que siempre se metía en problemas. — Toda una vida de sacrificios para convertirte en lo que eres y ahora vienes de nuevo a casa para amenazar a tus hermanas — le comentó la mujer mientras caminaba con paso lento hacia el escritorio y Cleo apretó los dientes. — ¿Sacrificios? — dijo con rabia — ustedes prácticamente me secuestraron para entrenarme, recuerdo que me dijeron que si huía matarían a Maiken — la mujer negó. — Como sabíamos que él era importate para ti lo protegimos durante todos los años en que estuviste entrenando — le comentó la mujer — lo que te dijimos era que si te ibas ya no garantizaríamos su seguridad. — Era una amenaza — le dijo Cleo — eso es lo que haces ustedes, traicionan, sobornan y amenazan. — Somos espías, es lo que hacemos, es lo que haces — la mujer la miró con suficiencia — ¿o acaso no espiabas a l
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57° La guerra de las reinas. Parte tres.
Kaeira tenía apretado el pergamino en la mano, había observado como grillo se había ido volando después de dejarle el mensaje y ella se quedó mirando por donde había aparecido el vencejo.Releyó la carta un par de veces más, tenía el emblema de su hermana, pero no era su letra, era un letra fuerte, marcada, pero al mismo tiempo agradable «ni siquiera se tomó el tiempo para escribirla ella » pensó. Vikro estaba a su lado y ambos miraban el camino por donde marchaba el ejército. El sol brillaba alto, ya no avanzaban de noche, no importaba ya que los vieran.— ¿Qué hará, majestad? — le preguntó el hombre y ella lanzó al papel al suelo, le estaba comenzando a hartar ver la serpiente enredada en la rosa con espinas.— Creo que debemos ir — dijo ella — un careo siempre es necesario entes de una batalla, así la gente del primer mundo verá que intenté negociar con mi hermana, y la podrán culpar cuando invadamos la ciudad y los matemos a todos. Mi hijo es el Lévesque que debe gobernar, y ahora
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58° La guerra de las reinas. Parte cuatro.
Los hombres estaban frente a Kaeira, de rodillas, y ella apretaba los puños con rabia, ¿qué clase de juego era ese por parte de Rahyra?— ¿Por qué los dejó libres, así como así? — les preguntó. Los hombres se miraron entre ellos, pero ninguno dijo nada en un buen rato hasta que uno de ellos abrió la boca, luego la cerró — dilo — lo presionó Kaeira y él pasó saliva.— Ella nos dejó ir con la única condición de que le preguntáramos algo — Kaeira apretó el entrecejo y Vikro, que estaba de pie junto a la puerta de la tienda, estiró el cuello para escuchar mejor — ella nos pidió que le preguntáramos por qué mató el rey Valyor — Kaeira sintió que las rodillas le temblaron, y un calor grande le subió a la cara, pro ella era experta en manipular sus emociones, así que únicamente ladeó la cabeza ante la atenta mirada de todos los hombres. Sabía qué juego quería jugar Rahyra y ella lo cortaría de raíz.— Enciérrenlos — dijo y los guardias que estaban ahí la miraron extrañados, y no se movieron
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59° La guerra de las reinas. Parte final.
Rahyra observó al horizonte, estaba de pie ante la tarima del balcón de la torre del rey, donde dos enormes torres se alzaban a los lados y una enorme plaza dentro del anillo principal dejaba espacio para miles. En ese lugar era donde el rey daba anuncios a la ciudad, estaba diseñado para amplificar el sonido miles de veces y solo un susurro bastaría para que la mitad de la ciudad que vivía dentro del primer anillo oyera, era igual que el balcón que usaba su padre en Belmonte, pero allí era diez veces más. A lo lejos, donde terminaba la eterna pradera, se lograba ver el fuego de las antorchas del ejército Zorbano que ya había llegado a la capital, les quedaba unas dos o tres horas para llegar a la ciudad, pero Rahyra estaba segura que no atacarían hasta el amanecer, en la noche las huestes del primer mundo tendrían más oportunidades de ganar detrás de los muros. Todo estaba preparado, el caos que había reinado en el castillo la última semana se había detenido de forma abrupta, ya no
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60° La batalla por el primer mundo. Parte uno.
La roca lanzada por la primera catapulta cruzó los cielos a una velocidad vertiginosa y se chocó contra las casas ya abandonadas que estaban entre el primer anillo y el segundo.Rahyra vio como las paredes colapsaron y las casas cayeron como viejas piezas de un juego que jugaba con su hermano de pequeños.Levantó la catana en el aire y un grito unísono se escuchó por todo Emorne, y las catapultas que estaban bien dispuestas alrededor del anillo dispararon las rocas enormes hacia la multitud de soldados zorbanos que corrían hacia los muros.La batalla comenzó con un sinfín de piedras, grandes o pequeñas, pero a todas velocidades que se estrellaban en la pradera, en el muro o en las casas de la ciudad y los civiles corrían hacia el centro para refugiarse de los golpes.Rahyra miró hacia atrás, donde la mitad del ejército estaba escondido detrás del segundo anillo y la otra mitad detrás de la ciudad para esperar a acorralar al ejército de Kaeira.La mancha borrosa del ejercito Zorbano se
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