Ambos nos miramos radiantes, en este momento mi felicidad es la suya y viceversa. No me cabe la menor duda de que Edward es el hombre de mi vida. Entonces, Edward saca el anillo de la pequeña cajita, lo desliza por mi dedo anular y luego deja un beso en mis nudillos, se levanta y nos besamos como nunca antes, con desenfreno, pasión y mucho amor, sellando a su vez una promesa de amor que durará para siempre.Disfrutamos de este maravilloso, dulce y romántico momento que Dios nos regala.«¡Diooosss, cuánto lo extrañeee! Estoy demasiado feliz, él me hace feliz».Sus besos me saben a gloria y aun no lo puedo creer, no salgo de mi asombro. El público que permanecía callado y atento, estalló en aplausos, se escuchaban silvidos y buenos deseos. Todo lo que puedo hacer es agradecer, besar y abrazar a mi novio, mi hombre y futuro esposo que amo con mi vida.No puedo dejar de besarlo y de hacerle saber cuánto lo eché de menos, sigo llorando como tonta y él continúa secando mis lágrimas, estoy
Leer más