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Todos los capítulos de La Novia Prohibida del Mafioso: Capítulo 81 - Capítulo 90
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CAPITULO 80. LA PELEA
Lombardía, Italia.Semanas después.Era la esperada gran final, la última pelea: la estelar. Desde aquel lugar clandestino, Iñaki se encontraba en el centro del ring, cuadró sus anchos hombros y levantó sus brazos al escuchar que lo presentaban como: la Bestia. Distinguió con claridad la expresión de los asistentes cuando su rostro apareció a través de las pantallas.Momentos después el público comenzó a aplaudir, ladeó los labios un instante y luego, se acomodó para escuchar a don Octavio.—La gente no te olvida —refirió el hombre—, te esperaban con ansias, demuestra quien eres —indicó—, has rugir a la bestia. —Alzó su mano para apoyarlo y comenzó a aplaudir.—Daré lo mejor de mí —manifestó.Entonces en un solo coro, los asistentes comenzaron a gritar: ¡Bestia!, ¡bestia!, una y otra vez, apoyándolo. Iñaki, sabía que no era precisamente a él, sino a todo lo que apostaban a su favor. Escuchó atento las indicaciones de su entrenador, miró al hombre frente a él que no le quitaba la mira
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CAPÍTULO 81. CERCANOS
Iñaki bebió un sorbo de su tarro de cerveza, celebrando la victoria que había ganado, don Octavio lleno de alegría, reservó por esa noche un tabledance. En el interior de aquel lugar, el volumen tan alto de la música hacía que vibraran los cristales del exterior. Entre el barullo la gente que había apostado por él, se divertía a lo grande.—Brindemos por nuestro campeón —don Octavio solicitó. —Hizo un movimiento con su cabeza y de inmediato una escultural mujer se acercó a ellos—. Llévate a celebrar a mi campeón —ordenó.La mujer fingió sonreír, estiró su mano y los entrelazó con los dedos de Iñaki, para guiarlo hasta uno de los privados del lugar.—Si necesitas, más chicas házmelo saber. —Don Octavio carcajeó y se dirigió al privado que tenía reservado en donde ya lo esperaba una mujer.Justo cuando la chica comenzaba a bailar, Iñaki elevó su mano e hizo que se detuviera.—Alto —dijo y resopló.— ¿Qué ocurre? —preguntó.—No sigas, quiero irme —expresó, se puso de pie y salió del luga
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CAPÍTULO 82. NO ME MOVERÉ DE AQUÍ
Antonella se recostó junto a su pequeño sin poder olvidar aquel beso cercano a sus labios.—Esto no está bien —resopló y se quedó pensativa—. No deseo sentir nada por nadie que no seas tú, mi amor. —Dio un beso a su pequeño—, no quiero enamorarme de nadie más.Tomó su móvil al recibir una llamada.—Diga.—Supe que enviudaste…Silencio.— ¿Qué rayos quieres Sabina? —Llamo para darte el pésame, aunque sé que es un poco tarde —se mofó—. También deseo saber que tal te va ahora que eres una mujer viuda, con un hijo recién nacido. —Carcajeó.Antonella colocó la mano en su pecho, sin poder evitar sentir un fuerte pinchazo en su pecho, inhaló profundo para poder responder.—Apuesto lo que quieras que estoy mejor que tú. A pesar de que no está físicamente Iñaki, su amor sigue conmigo. —Miró a su pequeño y su corazón se estrujó. — ¿Y a ti que tal te va? ¿Disfrutas de la compañía de tu viejito? —se mofó.Sabina volvió a quedarse en silencio.—Parece que no estás bien —Antonella se aclaró la gar
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CAPÍTULO 83. NECESITO UNA OPORTUNIDAD
Un fuerte escalofrío recorrió a Connor, y su mirada se entristeció. —Será mejor que hablemos en un lugar con mayor privacidad —sugirió. —Vamos al vestidor, ahí podremos hacerlo —Iñaki dijo. —No, es necesario que salgamos de aquí —su amigo explicó—. Conozco un lugar en dónde podremos hacerlo —manifestó. Al llegar a un bar donde solía salir con sus compañeros del trabajo, tomaron asiento a lo lejos del bullicio. —No has dicho nada en todo el camino —Iñaki expresó dándose cuenta que había algo extraño en él. — ¿Qué ocurre? —preguntó con preocupación. Connor ordenó un par de cervezas y luego que se las entregaron bebió sin parar, hasta dejar la mitad. —¡Habla por favor! —Iñaki solicitó. —Es evidente que tienes alguna clase de amnesia —mencionó—, será necesario hacerte una valoración médica, para averiguarlo. —Me quieres decir… que no recuerdo con claridad todo, pero ¿Qué? —lo miró a los ojos con extrañeza. —Así es —expresó. — ¿Hasta dónde recuerdas? —Connor indagó. —Recuerdo mi
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CAPÍTULO 84. MOMENTO DE SABER
Los delicados dedos de Antonella se deslizaron por las mejillas de Húnter.—Eres un gran hombre —mencionó mientras sus hermosas orbes color avellana, se clavaban en los de él—. Mi corazón está ocupado —se aclaró la garganta—, lamento mucho no poder corresponderte.Húnter tomó sus manos y besó su dorso.—Me hubiera encantado escuchar que me dieras una esperanza aunque fuera mínima —resopló—, pero lo comprendo, viviste un gran amor y no estás lista para dar un paso más. —Sonrió con cariño—. Lleva su tiempo volver a reconstruirse.Antonella frunció el ceño.— ¿Por qué lo dices? —cuestionó.—Porque creí que nunca me volvería a enamorar, después que mi prometida murió en el accidente en el que murió mi hermana también. —Su garganta picó—, pero mírame aquí sintiendo cierto interés por ti. —Rozó su mejilla.Antonella se acercó y lo abrazó con cariño.—Lo lamento mucho —expresó con sinceridad. «Sono sicuro che troverai la persona giusta». (Estoy segura que encontrarás a la persona indicada).
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CAPÍTULO 85. CENA DE CARIDAD
— ¿Qué es lo que tengo que saber? —Iñaki cuestionó.Connor se acomodó sobre la cama recargando la espalda sobre la cabecera.—Ella es Antonella Bianchi —refirió y le mostró un par de imágenes que tenía guardadas en su móvil.Iñaki tomó el teléfono de su amigo y comenzó a ver aquellas fotos.—Es una mujer muy hermosa —refirió con sinceridad, apreciando las hermosas facciones de la chica, además de dibujar una sonrisa al verla reír.— ¿No la recuerdas? —Connor cuestionó.—¿La conozco? —lo miró con incredulidad.Connor ladeó los labios y sonrió.—¿No se te hace conocida? —indagó.Iñaki volvió a ver su imagen.—No. —Negó con su cabeza, sin embargó su corazón se agitó.— ¿Qué tengo que ver con ella? —preguntó con nerviosismo.—Ella es la mujer de tu vida —refirió con la voz fragmentada—, la persona que más te ama en el mundo.Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas.—Necesito recordar —suplicó y se llevó las manos a su rostro, entonces las yemas de sus dedos sintieron los molestos bord
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CAPITULO 86. UNA INTRUSA
En ese momento un par de Escorts ingresaron al tocador para retocarse el maquillaje.—Esta noche, va a haber mucho movimiento —expresó una de ellas.—Solo vine a retocarme el maquillaje y a tirar el miedo que siento, al pensar que me toca estar con la bestia, me asusta estar cerca de él —manifestó—, se quedó hablando con unas personas, eso me da el tiempo que necesito para tomar valor. —¿Y por qué aceptaste? —preguntó la mujer.—Porque escuché que es bueno al hacerlo, que es un hombre ardiente. —Mordió sus labios.Antonella presionó sus puños con fuerza, su torso subía y bajaba agitado de escucharlas.—Me cuentas, qué tal, lo gozas, para que la próxima vez, me toque a mí. —Pasó la lengua por sus labios.La joven salió caminando con rapidez del lugar, sentía el estómago revuelto, justo cuando pasaba por los privados, se detuvo en el que le habían señalado para él, tenía un letrero que decía: Reservado para la Bestia.Movió su rostro hacia los lados y giró la perilla de la puerta abri
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CAPÍTULO 87. HECHIZO
El corazón de Antonella se llenó de una gran emoción al escucharlo y le regaló la mejor de sus sonrisas al reflejarse en aquella enigmática mirada color marrón.Iñaki pasó las manos por su larga cabellera, al ver su cristalina mirada, su corazón se agitó. Al tenerla completamente desnuda sobre él, percibió que se efervecía, como nunca antes le había ocurrido, entonces ya no tuvo voluntad, llevó sus manos hacia sus mejillas y acercó con urgencia sus labios a los de ella.La chica correspondió a la forma frenética en la que la besaba, encontrándose con la lengua de él, sus manos se acercaron a la firmeza de su pectoral deslizando sus dedos sobre su magro torso. Se puso de pie unos instantes, para ayudarlo a retirarse toda la ropa que estorbaba. Entonces comenzaron a regalarse grandes caricias, haciendo que Iñaki se encendiera como dinamita pura, ante aquella llamarada de nombre Antonella, quien le regalaba grandes caricias encendiendo una mecha que estallaría en mil fragmentos.Iñaki l
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CAPÍTULO 88. VOY A RECORDARTE.
Los labios de Ivanna se separaron en una gran O, y su barbilla tembló.—Eres peor de lo que imaginaba, te aprovechaste de la situación, para sacar ventaja. —Antonella la miró con despreció—, lo que nos han hecho tu padre y tú, no tiene nombre —refunfuñó—, espero que esta sea la última vez que te apareces en nuestras vidas, ¿no te parece que ya nos has hecho mucho daño?Gran cantidad de lágrimas corrieron sobre las mejillas de Ivanna, movió su cabeza negando.—Eso no es verdad, no le creas —dijo a Iñaki—, esta mujer miente, quiere separarnos —sollozó.—Eso no es verdad. —Connor se puso de pie y la miró con desprecio—, Iñaki y tú terminaron hace mucho tiempo, y todos sabemos que no fue él quien se alejó de ti.Ivanna miró a Connor sorprendida.—Mienten —pronunció con dificultad—, nos conocemos desde que éramos adolescentes, no puedes creerles —dijo en un hilo de voz.—Deberías tener dignidad, el amor no se ruega —Antonella expresó con dureza.—Eres una maldita, desgraciada. —Ivanna elev
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CAPÍTULO 89. ¿QUÉ TE DICTA TU CORAZÓN
Andrea descendió de la vieja motocicleta Harley Pink, que solía conducir, se retiró el casco y agitó su cabeza, luciendo su hermosa melena color cobriza. Sacudió sus entallados pantalones de cuero, se dirigió a la gran terraza, que se encontraba adornada con globos metálicos en color dorado y plateado.Quiso saludar a sus papás, pero los observó charlando con unos viejos amigos, el matrimonio Sorni, por lo que buscó con su mirada a sus hermanos, abrió los ojos de par en par al ver a Luna charlando con un apuesto caballero.Con discreción caminó hacia su residencia y fue hacia la cocina, frunció el ceño al observar a un joven abrir la nevera.— ¿Se te perdió algo? —cuestionó con desconfianza.El chico cerró de golpe el frigorífico y fijó su azulada mirada en aquella muchacha, al verla frente a él, pasó saliva con dificultad. —Tu mamá me permitió tomar el mousse de chocolate que tanto me gusta —respondió intentando sonar estable.—Eres tú, Emilio Sarni —Andy rodó los ojos y se acercó p
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