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Todos los capítulos de Amar una segunda vez: Capítulo 141 - Capítulo 150
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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y NUEVE—¡Muévete por favor! —susurró Emily sin fuerzas de seguir hablando algo que a ella le dolía. Esta vez Aiden se movió hacia un lado y quedó de espalda sobre el colchón, con la mirada fija en el techo blanco.Emily se sentó en el borde de la cama y le dio la espalda a su ex marido. La mandíbula le tembló y odió nuevamente llorar en frente de él, ya que no le gustaba verse débil, pero no podía evitarlo.Aiden no fue capaz de consolar a Emily, si no que se quedó ahí sobre el colchón escuchando sus pequeños sollozos.Los hombros de Emily se sacudieron por varios minutos, hasta que sintió que se calmaba. Se limpió la cara con las manos y luego de botar todo aquello que le aprisionaba el pecho, respiró profundo, inhalando todo el aire que pudo, y luego lo exhaló con fuerza.Se sintió un poquito mejor, que sin importarle que estuviera casi desnuda, se levantó de la cama en busca de su sostén de encaje, que volvió a colocar en su lugar. Se miró en el tocador y v
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA—¡No sé! —exclamó Aiden alzando su voz y pasándose los dedos por su cabello desordenado—. ¡No sé Emily que haré con él! No tengo idea y ahora no quiero pensar en eso… pero lo que sí, tienes que tener claro, es que mañana mismo asistiré con los mellizos al registro civil de la ciudad, y les daré mi apellido. A ellos si los quiero en mi vida.Emily sacudió la cabeza en negación, quiso refutar aquello, pero escuchó las voces de Marie y Ada acercándose hacia la habitación.Ella recordó que no había visto a los mellizos desde la cena y se sintió una mala madre por no preguntar por ellos primero, ya que Ada y Elian debían ser su única prioridad, pero con lo confuso que estaba en su corazón, ella pensaba mil cosas a la vez.—¿Los niños? —preguntó ella con un tinte de preocupación en su voz—. ¿Dónde están mis pequeños?Aiden torció los labios y luego suspiró con pesadez.—Ada esta con mi mamá y a Elian lo deje en su habitación, ya que se quedó dormido —contestó Aiden
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y UNOSalieron en el vehículo del condominio nuevamente en silencio.La carretera no estaba tan concurrida ya que eran casi las dos de la madrugada. El mar a lo lejos rugía y la noche no tenía estrellas ni luna. Era como si todo se hubiera oscurecido con una densa sombra negra. Emily, sentada en el asiento delantero del Maserati, no dejaba de pellizcarse la piel de sus manos con las uñas. Su piel estaba roja y en algunas partes tenía leves rasguños que ella misma se había hecho inconscientemente con sus uñas. Movía su pierna derecha y simulaba que estaba mirando el paisaje, pero en realidad no iba atenta a nada, ya que dentro de su cabeza estaba pensando en mil cosas, pero que su eje principal seguía siendo su hermana.La montaña rusa que era su existencia, no la dejaba pensar con claridad. Sentía que tenía que ordenar su vida, pero no sabía cómo ni por dónde empezar. Aiden manejaba el nuevo Maserati color gris que tenía. Era un auto deportivo de importació
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y DOS Aiden se estacionó en el estacionamiento del área libre que tenía el hospital Central. Ambos se bajaron del vehículo, que el ulular del viento se filtró por los oídos de los dos jóvenes y también por sus ropas haciéndolos temblar de frio, ya que la noche a parte de oscura, también estaba helada. Caminaron por entremedio de algunos vehículos estacionados y subieron las escaleras principales del hospital. Las luces blancas encandilaron la vista de Emily, que tuvo que parpadear más de una vez, para acostumbrarse a la luz artificial de la entrada. Las mamparas dobles automáticas de vidrios se abrieron y ellos caminaron por el pasillo que daba a la recepción y a las cajas para pagar la atención médica y las urgencias. Detrás del mesón, se encontraba una mujer mayor de tez morena y de cabello afroamericano, que vestía el traje institucional de pantalón y chaqueta color azul oscuro con blusa blanca. Tenía una placa de metal pinchada sobre la tela de su chaq
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y TRESAiden llegó a la recepción y la mujer rubia alzó su rostro para atenderlo.Él volvió a saludar presentándose; dio su nombre y su apellido y procedió a explicarle el motivo de su visita. La mujer rubia tecleó en su computador, que mientras la recepcionista buscaba la información solicitada, Aiden se dio vuelta para mirar hacia el lugar en donde había dejado a Emily.Él tragó saliva con fuerza al ver a su esposa ser abrazada por su hermano, ya que Alex le acariciaba la espalda con tanta ternura y besaba su frente, mientras Emily estaba aferrada y escondida en el pecho de él.Aiden no sabía bien porque, pero los celos le hicieron hervir la sangre. Se sintió patético dudar de las dos personas más importante de su vida, pero era algo que no podía erradicar, ya que Alex siempre había sido un pilar fundamental en la vida de su esposa. Él tenía conocimiento de la estrecha relación que habían creado entre ellos.—Señor Preston —habló la mujer para llamar la aten
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CUATROEl hospital no estaba tan concurrido. En la sala de espera había una que otra persona esperando a algún doctor para que le dieran información sobre el familiar que estaba enfermo, que el grupo de jóvenes estaban en la misma situación.Alex se sentó primero en las sillas acolchadas que estaban en hileras, Emily lo siguió sentándose a su lado y en el asiento contiguo a Emily se sentó Aiden con las piernas abiertas y los brazos cruzados. Las rodillas de Emily y Aiden se rozaron, pero la joven no dijo nada, ya que nuevamente su marido estaba haciendo un berrinche de niño pequeño. Al principio todo fue tenso, que Emily aprovecho de hacer una llamada a Marie para saber de sus hijos; ella le contesto que ambos dormían plácidamente y cuando cortó se dirigió a Alex, ya que este le había hecho algunas preguntas sobre sus sobrinos, ya que deseaba de todo corazón conocerlos lo más pronto posible, que se prometió a sí mismo, que cuando amaneciera y saliera del
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CINCOLa siguiente hora se hizo eterna que tan solo Alex hablaba y Em escuchaba y le contestaba de vez en cuando, hasta que, por las puertas de vidrio templado de la sala de tratamientos de cuidados intensivos, salió un hombre mayor y canoso de ojos azules. Era el Dr. Bulley, que usaba una bata blanca con un estetoscopio en el cuello. El miro para todos lados hasta que se enfocó en el grupo de tres.—¡Familiar de Daphne Harper! —vociferó el Dr. Bulley.Emily tan solo escuchar el nombre de su hermana, algo le subió por la tráquea poniéndose tensa a más no poder. Una nueva punzada se irradio por su vientre, pero con toda la valentía que le faltaba se puso de pie, seguida por Aiden y después por Alex. Los tres caminaron hacia donde estaba el Dr. Bulley—Buenas noches Doctor —Emily saludó con la voz trémula por los nervios cuando llegó al lado del médico—. Nosotros somos la familia de Daphne.El médico cirujano movió su cabeza con un leve asentamiento. Les dio
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SEISEscuchar el verdadero estado crítico que tenía su hermana por la boca del doctor, para Emily fue devastador que por un segundo sintió que sus piernas no soportarían su peso. Su cerebro iba a mil, pero nada le hacía tranquilizarse, a pesar de que por fuera ella aparentaba estar serena.Aiden por otro lado afianzo sus brazos alrededor de Emily sosteniéndola, y se lamentó internamente por ser tan indolente e indiferente con la situación que Em estaba viviendo, pero él en definitiva no quería tener cerca a Daphne, por lo que rogaba que se mejorara pronto y luego se largara muy lejos con su hijo, para no verla más.El Dr. Bulley les seguía mirando, esperando alguna respuesta de los jóvenes, pero todos habían quedado en un mutismo de lo peor.Alex, Aiden y Emily, cada uno pensaba en mil cosas distintas, pero todo coincidían en una sola tragedia: Si Daphne moría, ¿quién se haría cargo de Nate? ¿Qué pasaría con él?Emily tragó saliva para refrescar su garanta s
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SIETE Emily junto con el médico caminaron por los largos y angostos pasillos blancos hasta llegar a la estación de enfermería. El Dr. Bulley le pidió a una de las enfermeras, que estaba de turno, que le entregara los insumos correspondientes para poder ingresar a la sala en donde estaba su hermana. —Ella es la enfermera Rinaldi y será quien le guiará hasta la sala en donde tenemos a la paciente. Recuerde que solo puede estar máximo diez minutos —avisó el Dr. Bulley—. Luego diríjase a mi consulta para firmar la autorización. Emily afirmó con un leve movimiento de cabeza. —Gracias Doctor —dijo la joven tratando de no entrar en pánico. —Por favor sígame Sra. Harper —anunció la enfermera. A Emily la situación la abrumaba, el silencio la ponía aún más nerviosa y el olor a anestesia que se filtraba por su nariz la mareaba. Sentía un nudo en el estómago al pensar que todo estaba en contra. La enfermera Rinaldi la volvió a guiar a otra sala en donde tenía los i
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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y OCHO —Hemos llegado —avisó la enfermera deslizando la puerta—. Estaré aquí esperándote. Para lo que necesites, estoy aquí. —Muchas gracias enfermera Rinaldi —susurró la joven que no dejaba de tener un nudo en el estómago, ya que enfrentarse a Daphne nunca había sido fácil, ni mucho menos ahora cuando vería a una Daphne completamente distinta, ya no estaría aquella mujer altiva y soberbia que alguna vez fue, si no que estaba segura que vería la parte más vulnerable de su hermana. Además, recordar la forma tan mala en que la humillaba, le dolía, pero sentía que tenía que soltar aquel rencor que estaba alojado en el fondo de su corazón. Por eso, Emily dio un paso firme dentro de la sala en la cual estaba su hermana, pero se sobresaltó cuando escuchó la puerta ser cerrada, miró sobre su hombro hacia atrás y le faltó un poco el aire al sentirse acorralada entre sus pensamientos y el silencio, ya que la enfermera Rinaldi la había dejado encerrada. Sabía que el
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